Reflexiones íntimas sobre Blesa, el fútbol y las purgas en Cataluña
Blesa se suicida abandonado por el poder, mientras se revela que Villar manejó el negocio del fútbol como una monarquía
Miércoles, 19 de julio. Me levanto temprano y escudriño la prensa. Poco antes de las nueve de la mañana salta a los periódicos digitales la muerte, aparentemente suicidio, de Miguel Blesa. Los detalles que se van conociendo revelan una personalidad meticulosa hasta en el momento de quitarse la vida. Viaja en coche hasta una finca de la provincia de Córdoba. Llega a las dos de la madrugada. Apenas duerme cinco horas. Desayuna temprano con sus anfitriones.
Cuando no ha acabado el café, les pregunta si tienen el teléfono móvil de su mujer, “por si le tienen que llamar para algo”. Se levanta con el pretexto de poner el coche a la sombra. Saca su rifle de caza –nunca lo llevaba a esa finca porque utilizaba las armas allí disponibles- del maletero del coche. Se coloca en la parte delantera del vehículo y apoyándose el arma contra el pecho, dispara un proyectil en una posición que no es fácil por la longitud del arma y se quita la vida. Ni una nota. Ninguna explicación.
Me asaltan pensamientos contradictorios. Salude una vez a Miguel Blesa en un acto social. Le observaba siempre ese peinado de banquero, a lo Mario Conde. Camisas de sastrería. Trajes a medida. Mirada soberbia e insolente. Exhibicionista en sus fotos matando animales por muchos países. Protegido por la policía de la ira de los preferentistas a los que estafó –“un jubilado no tiene por qué ser un analfabeto financiero”. Él no cayó en la cuenta de que tenía que tributar por los sobresueldos de las tarjetas opacas- y nunca se disculpó de sus tropelías. De profesión, amigo de José María Aznar.
Inmediatamente estallan las redes sociales. Hay muchos que se alegran de su muerte. No lo puedo entender. Una mínima inteligencia emocional debiera permitir diseccionar y separar sus delitos y el perjuicio contra tanta gente de la tragedia de un suicidio. Escribo en Twitter. “solo Millán Astray era capaz de gritar “¡Viva la Muerte”!
¿Cuál era la profesión de Blesa? Amigo de José María Aznar
Las televisiones relatan detalles de su soledad, del ninguneo de todos los poderosos que le habían adulado. José María Aznar no dice nada de la muerte de su mejor amigo y compañero de oposiciones. Me pregunto sobre si los que relacionan el acoso sufrido y el vacío humano que sufrió Blesa durante su calvario judicial con su decisión de suicidarse no culpabilizan también a Aznar por haberle dado la espalda.
Me acuerdo de un detalle personal. Disfruté de la amistad personal de Mariano Rubio. Era una persona extraordinariamente inteligente.
Le seguí tratando cuando tuvo que dimitir por el impago de unos impuestos. Asunto diminuto si lo comparamos con lo que ha venido después. Comíamos mano a mano en el restaurante Paradis, en Madrid, frente a su casa y al lado del Congreso de los Diputados. Entraban diputados de todos los partidos. Casi todos me saludaban a mí. Hacían ostentación de no saludarle a él. Me pareció cruel e innecesario. El proceso siempre es el mismo: leña del árbol caído. Tengo espíritu de contradicción y me acerco a los que están en el suelo después de haber estado en el cielo. Nunca al revés.
Aznar no dice nada de la muerte de su mejor amigo
Poco tiempo después, Mariano Rubio murió de una repentina enfermedad. No se me ocurrió culpabilizar a ninguno de los que le hizo el vacío. Los cargos tienen privilegios y servidumbres. Se aprovechan de los primeros y tienen que convivir con los segundos.
Extraordinaria frialdad en la forma en la que Blesa se quitó la vida. Sin una duda. Todo milimétrico. Quiso morir lejos de su casa, para no hacer sufrir más de lo imprescindible a su familia, pero no quiso estar solo. Buscó un entorno en el que seguramente todavía se sentía feliz. Imposible interpretar los pensamientos íntimos de un suicida. Lamento su muerte y condeno sus tropelías.
Es curiosa la cantidad de gente que pudo meter la mano en la caja y no se resistió a la tentación
Sigo atento a las noticias. Salta la de la detención del emperador del fútbol. El presidente de una de las ligas más poderosas del mundo. Ángel María Villar manejaba la Federación como una monarquía. Su hijo era el príncipe heredero. Se lo han llevado crudo en un imperio que manejaban como una finca durante veinticinco años.
Es curioso, pienso en la cantidad de gente que pudo meter la mano en la caja y no se resistió a la tentación. La honradez se demuestra cuando se ha podido robar y no se ha hecho. Me produce una zozobra interna. Cuantos honrados hay en España. La lista se reduce. Pero no conozco ningún otro país en Europa en donde tantos poderosos sean amigos de lo ajeno.
Villar rebajaba el precio de los partidos internacionales de la selección y le pagaban la diferencia. Muchas cosas más que se irán conociendo.
En Cataluña sigue la purga de los tibios
Reflexiono sobre esta España nuestra. Miro a Cataluña.
Dimite o censan al número dos de Educación en Cataluña. Sigue la purga de los tibios. En todo golpe de Estado se elimina primero a los que no son incondicionales. Me pregunto cómo nos hemos podido acostumbra a una panda de insensatos que desprecian cualquier ley que no se acomode a sus intenciones. Incluso el Estatuto que legitima su posición.
En el resto de España hay absoluta indiferencia sobre la locura en la que han incurrido los dirigentes de Cataluña. Lo que es absurdo deja de interesar.
La Guardia Civil entra en el Parlament de Cataluña y en el palacio de la Generalitat en busca de pruebas sobre la corrupción del 3%.
En el resto de España hay indiferencia sobre la locura en la que incurrieron los dirigentes de Cataluña
La única obsesión de los promotores del golpe de Estado catalán es la marcha suicida a la independencia. Parecen niños jugando con lo imposible.
Un solo dato para el optimismo. Desciende el número de catalanes que apoyan la independencia.
Cada telediario es una vuelta de tuerca a los hijos de Pujol, a las noches de siesta de Ignacio González –ahora comparte módulo con Ángel María Villar y su hijo en Soto del Real, la cárcel de los vips-, y a nuevos datos de Arpegio o Gürtell.
Nunca me he preguntado por qué nací en España. No se elige el sitio de nacer. A veces me siento cansado de ser español. Pero no me cambiaría por ninguna nacionalidad.
Cierro el ordenador y me siento cansado. La densidad de la mugre a veces se hace irrespirable.