Rajoy, hable con nosotros
El presidente del Gobierno en funciones y candidato del PP, Mariano Rajoy, puede presentar una credencial, que será una virtud o un defecto en función de sus intérpretes.
Y es que se sabe a lo que juega. No improvisa. Decidió, a lo largo de su carrera política, que era mejor no arriesgarse. Y, por tanto, sólo habla con los suyos.
Ese ‘nosotros’ se podría entender como el conjunto de la sociedad española, pero también como el conjunto, en particular, de la sociedad catalana. En los dos casos, el dirigente popular ha pecado de un mismo defecto: ¿para qué convencer a los posibles adversarios, para qué presentar alternativas, para qué intentar un acercamiento, si lo que tiene ya le sirve?
Los propios dirigentes del PP, o personas que sienten afinidad en la sociedad catalana hacia los postulados del partido, no pueden entender que cada vez que un ministro se desplaza a Cataluña se reúna con los suyos, o en foros claramente favorables.
Un ministro que concita simpatías, al que se le valora su gestión, es Luis de Guindos. El titular de Economía es respetado. Y, aunque es cierto que este miércoles participó en Barcelona en un acto en el Colegio de Economistas junto al ex ministro socialista Miguel Sebastián, tuvo un encuentro previo que causó perplejidad.
Almorzó en el hotel Cristal Palace, en la calle diputación, muy cerca de la sede del departamento de Economía, donde compareció posteriormente para reunirse con el conseller Oriol Junqueras. Y en ese almuerzo prácticamente la totalidad de los comensales eran dirigentes del PP catalán. Se perdió, para el PP, una buena ocasión de preparar el mismo almuerzo con otros invitados.
Lo mismo ha sucedido con visitas de Rajoy a Barcelona. Todo son actos de partido, o invitados –con todo el honor y es bueno ese esfuerzo– por foros como el Círculo Ecuestre. Sea Jorge Fernández Díaz –catalán, por cierto– o Rafael Catalá, la consigna parece ser la de comunicarse sólo «entre los nuestros», sabiendo muy bien quienes son «los nuestros», a diferencia de aquella frase «yo ya no sé si soy de los nuestros» atribuida a Pío Cabanillas Gallas, proveniente del franquismo que se integró en la UCD.
Por ello, se entiende lo que quiere conservar ahora el PP. Busca cómo lograr el voto que se fue a Ciudadanos el 20 de diciembre, y aprovecha coyunturas como el partido de la Copa del Rey y la polémica sobre las estelades.
Se puede gobernar así, claro. Porque cuando se alcanza el poder se supone que, luego, se trabaja para el conjunto de la sociedad, pero resulta extraño. Emulando el título de aquella película de Almódovar –Hable con ella— estaría bien que Rajoy hablara con todos nosotros.