Rajoy esquiva el disco duro de Bárcenas

Rajoy no se ha comprometido con el rey a presentarse a un acto de investidura en el Congreso de los Diputados. Solo a trabajar, cosa que seguramente no ha hecho hasta ahora con entusiasmo. A pesar de encontrarse en situación de debilidad por el procesamiento anunciado esta semana de una causa contra el Partido Popular por el borrado de los ordenadores de Luis Bárcenas, contra muchos pronósticos, no ha desestimado el encargo del Rey aunque no se haya comprometido a presentarse a la investidura.

Mariano es un corredor de fondo, correoso, terco incansable. Según nos ha dicho, mañana mismo iniciará una ronda de contactos para negociar acuerdos. En principio, las perspectivas no son buenas. Pero eso no significa que sea imposible.

Ha aclarado algunas cosas, quizá la más importante que no va a renunciar a la legitimidad que le han dado de nuevo los españoles en las urnas y, en consecuencia, que no está dispuesto a aceptar vetos. No va a dar un paso hacia atrás en ningún caso. Una respuesta directa a la última propuesta o condición de Albert Rivera. De un gobierno, con otro candidato a la presidencia del Gobierno, nada de nada.

El punto de partida es el No radical del PSOE, y la condición inaceptable para Rajoy que le pone Rivera. Entre los nacionalistas, el PNV también ha sido claro en su negativa en primera y segunda votación. Y con el Partido Demócrata, antigua CDC, después de la declaración unilateral de independencia votada por el Parlament, las cosas no tienen recorrido. Pero, ¿quien ha dicho que las cosas se dicen para cumplirlas?

¿Qué puede ofrecer Rajoy a Ciudadanos y al PSOE para que cambien su posición? No hay nada concreto en la intervención del presidente en funciones. Solo ha resaltado genéricamente, afirmando que «hay más cosas que unen que separan» y ha enunciado las generales de la ley: voluntad europeísta, lucha contra el yihadismo, política exterior y el bienestar de los españoles. La noticia es su reconocimiento expreso el programa electoral del PP no sirve para negociar, y que habrá que hacer concesiones para buscar apoyos.

Hay algo sustancialmente diferente en el escenario que se ha levantado hoy. En primer lugar, Rajoy ha aceptado el compromiso con el rey de intentarlo, cosa que no había ocurrido antes. En segundo lugar, el contrato firmado ante los medios de que por primera vez va a negociar y a trabajar en serio, dispuesto a hacer concesiones.

Ahora, una vez que Mariano Rajoy ha dado un paso al frente, se recrudece la presión para Ciudadanos y para el PSOE. Ya es difícil poner una condición y la contraria. Si ambos partidos cumplen su compromiso de que no haya nuevas elecciones, se comprometen a su vez, tácitamente, a permitir la investidura de Mariano Rajoy. De no celebrarse la sesión en el Parlamento o fracasar, la convocatoria de elecciones nuevas sería prácticamente inevitable.

Analicemos el veto de Rivera a la figura de Mariano Rajoy. Es una posición escapista que tiene poco soporte democrático. Mariano Rajoy no está personalmente imputado. No está inhabilitado para cargo público. Quienes le han votado, tanto el 20D como el 27J, conocían con detalle la corrupción existente en el Partido Popular. Y aún así, han votado a la lista que él encabezaba. No tiene soporte democrático imponer al Partido Popular y a sus electores un nuevo candidato para sustituir a Rajoy.

Ciudadanos tiene complicado eludir un apoyo directo a Rajoy, sea en forma de entrar en el gobierno o de votar sí a la investidura. La ira de los electores caería sobre ellos. Aliviaría al PSOE de la posibilidad de votar en contra. Casi es una condición que obliga a la otra.

A estas alturas, la circunstancia de permitir la investidura de Rajoy pasa por el apoyo de una u otra forma de Ciudadanos y de una abstención del PSOE por motivos de responsabilidad para evitar nuevas elecciones. El candidato no ha dado plazos para sus negociaciones. Intentará que no se prolongue y como hemos dicho, no se ha comprometido a la investidura.

Como Agosto todo lo adormece, el reloj se ha parado hasta el primero de septiembre, con el plazo de Octubre para enviar los planes del objetivo del déficit a la Unión Europea. Hablarán, pero no es previsible que decidan. Hace demasiado calor en Madrid.

La noticia de que no hay multa para España es buena. Pero la obligación de nuevos recortes también condiciona la posición negociadora de Mariano Rajoy. A su favor, los compromisos europeos y el desafío independentista. Dos buenos argumentos para convalidar el disparate que sería nuevas elecciones. Nos toca estar de guardia en Agosto.