Rajoy elige a su oposición política
El 20D del año 2015 pareció que el mapa tradicionalmente bipartidista había saltado por los aires. También pareció que una nueva realidad emergía del nuevo Congreso. Todo indicaba que el PP había perdido las elecciones y era difícil un nuevo gobierno de Rajoy. Lo que pasó después todos lo recordamos.
Rajoy demostró durante todo este periodo, y a pesar de las críticas recibidas, que ha sido un maestro en el dominio de los tiempos políticos. Superó la primera derrota, dejó que Sánchez y el PSOE se estrellaran, utilizó el esperpento de la radicalidad de Podemos. Y finalmente ganó la partida. Ahora parece que quiere dar un nuevo paso adelante que sin duda ya podría calificarse de genial. Se trata de decidir su oposición política.
Rajoy a pesar del pacto con C’s no ha dejado de demostrar su poca empatía con Rivera y su formación, que podría representar una cierta competencia en el campo de la derecha. Es por ello que a pesar del acuerdo de investidura no lo trata como a un socio preferente. Podemos y la política de Pablo Iglesias beneficia especialmente al PP y a Rajoy, puesto que no sólo no es capaz de diseñar una estrategia alternativa sino que lo beneficia para aglutinar a su entorno a las que denomina «fuerzas constitucionalistas», es decir al C’s y al PSOE.
El líder del PP está demostrando en esta primera fase de su nuevo gobierno querer una relación especial con el PSOE, una vez descabalgado Sánchez. Las relaciones con la gestora del PSOE y su Presidente parecen muy satisfactorias hasta el punto que son las relaciones prioritarias para el PP en el inicio de esta legislatura. Primero condujo al PSOE a aceptar su derrota con la abstención en la investidura, y ahora al enemigo derrotado le da «árnica» para que se pueda recuperar mínimamente.
Son acuerdos de mínimos y que a la vez obligan el PSOE a aceptarlos por debajo de lo que la mayoría parlamentaria del Congreso permitiría plantear. Lo hemos visto con el acuerdo del SMI, un acuerdo insuficiente, la mitad del que se había aprobado en el Congreso, la mitad de lo que planteaban los sindicatos mayoritarios, que incluso le ha permitido al Gobierno burlar el proceso de negociación que debía efectuar con CCOO y UGT.
Lo mismo podemos decir del acuerdo sobre emergencia energética, una propuesta muy reducida, incluso poco concretada que no se pondrá en marcha hasta pasado el invierno. Una propuesta a la que ha dejado sumarse en el último momento a C’s, demostrando su menosprecio hacia los de Rivera, y que ha molestado profundamente a los de Pablo Iglesias al que ha dado una nueva razón para criticar el PSOE. Y lo vuelve a demostrar en la negociación paritaria que está estableciendo con el PSOE para escoger a los nuevos miembros para renovar el TC.
El diseño de Rajoy es el de quien quiere salvaguardar la esencia de un modelo político bipartidista que él tanto añora y desea. Sería volver a la casilla de salida después del susto del 20D. Cree en la política de alternancia en el poder, no desea una política que permita alternativas en el poder. El PSOE y todavía más el que se dibuja detrás de la gestora y los barones es un partido que sueña también en volver al bipartidismo de la alternancia, es un PSOE que tiene alergia a cualquier alianza a su izquierda, y en especial a la que dibuja Podemos. Y Rajoy en un gesto de magnificencia le da una mano para salir de su situación actual de debilidad que por otro lado comportará nuevas cesiones del PSOE al PP gobernante.
Rajoy quiere volver al bipartidismo, quiere volver a una situación donde C’s sea insignificante y poco peligroso y dónde un UnidosPodemos radicalizado sea una nueva versión de la IU de Anguita. Todo esto a la vez le permite tener un PSOE domesticado en la dirección de la oposición y con el que podría compartir políticas básicas cómo son la defensa del actual modelo europeo, la voluntad de permanencia en el sistema de defensa europeo, incluso en la política frente a los refugiados y la inmigración, o establecer una fuerte unidad en el tema territorial que incluso le permita plantear una negociación política limitada ante el desafío independentista de Cataluña.
Todos hemos podido comprobar la sintonía con que desde el PSOE ha respondido a las palabras ligeramente autocríticas de la vicepresidenta Sáenz de Santamaría al decir que habría sido bueno en su momento haber hecho un pacto previo del PP con el PSOE respecto al Estatut de Catalunya. Todo esto incluso le podría hacer considerar a Rajoy como un tema menor que el PSOE no avalara los próximos presupuestos.
Rajoy está demostrando ser el más capaz de los políticos actuales, con una autoridad única e indiscutible en el PP. A un PP al que ha conducido desde la derrota a una situación en la que se ve como la única fuerza política sólida y con capacidad de gobierno. Ya hay voces desde su partido que apuestan por una continuidad de Rajoy en una legislatura posterior. Porque es evidente que con su política Rajoy está diseñando su oposición preferida, con un PSOE que sería incapaz incluso de liderar una alternancia política debido a la fuerte división que se ha establecido en la izquierda política con una nueva dinámica fratricida de «neofelipismo frente a neoanguistismo».