Rajoy, el arrojo de Gay de Liébana y el fracaso de De Guindos
La Europa que manda es desde hace años la Europa del Norte. Con razón o sin ella, los países que se han tomado en serio las instituciones europeas, con técnicos de primera, con las carpetas bien estudiadas, son estados como Holanda, Austria, Finlandia, Alemania o, cada vez más, un país como Polonia, que ha descubierto que Bruselas vale la pena.
Tienen razón en que en las cuentas públicas no se pueden cometer excesos, aunque cierran los ojos cuando se les recuerda que sus superávits son los déficits de los países del sur.
En cualquier caso, no está España. Mariano Rajoy ha cosechado un fracaso notable con la no elección de Luis de Guindos como presidente del Eurogrupo. No hay manera de que España tenga influencia en Europa, y ya no se trata de un problema únicamente del PP.
La decadencia comenzó con los gobiernos de José María Aznar, que pretendía anclar el país al eje atlántico. Continuó con Rodríguez Zapatero y se ha intensificado con Rajoy. España es la cuarta economía de Europa, tiene empresas internacionales, profesionales de primer orden, pero pinta poco en las instituciones comunitarias.
A De Guindos le ha ganado el holandés Jeroen Dijsselbloem. Tras la pérdida de un miembro en el consejo de gobierno del BCE, Rajoy confiaba en la opción de De Guindos, que, sinceramente, es de lo mejor del Ejecutivo del PP.
Pero, ¿qué le está pasando a Rajoy? Tal vez quien mejor ha descrito lo que está haciendo el Gobierno del PP es José María Gay de Liébana, que acaba de publicar el libro ¿Dónde estamos?, verdades, mentiras y deberes pendientes de la recuperación económica (Deusto).
Gay de Liébana aseguró este lunes, en la presentación de la obra en el Colegio de Economistas de Cataluña, que un Gobierno no «es serio» cuando aprueba una reducción de impuestos seis meses antes de lo acordado –la reforma del IRPF cuya segunda rebaja debía llegar en enero de 2016— sólo para buscar algo de apoyo electoral antes de las elecciones. «No hay seguridad jurídica con ese tipo de medidas», afirmó Gay de Liébana. Y medidas como esas se toman en consideración en Bruselas, aunque Rajoy crea que la cancillera Angela Merkel adora a España porque ha sido un buen alumno a la hora de aplicar las políticas de austeridad.
¿Algún Gobierno en España se va a tomar en serio las cosas de Bruselas? Porque en la capital europea, a pesar de todas las carencias del mundo, es cierto, se juega su futuro.