Rajoy e Iglesias pierden; Rivera se crece
Dos perdedores claros: Mariano Rajoy y Pablo Iglesias. El primero ha cometido el error de querer ningunear al PSOE y apostar por una polarización que hoy no le ha funcionado. Me imagino que ahora echará en falta un debate mano a mano con Pedro Sánchez. Pablo Iglesias se ha sentido incómodo en todo el debate. Le va mucho mejor el papel de agitador que el de estadista. Lo intenta pero no le sale.
Empezando por los errores. Mariano Rajoy ha perdido espacio con la corrupción. En ese bloque, Albert Rivera ha sido demoledor. Ha renacido como repartidor de estopa y el presidente en funciones, que en muchos periodos se habrá arrepentido de ser uno más entre cuatro, no ha tenido respuestas. También se ha descompuesto Pablo Iglesias cuando Rivera le ha acusado de mentir con que no tienen créditos y le ha recordado la financiación de un país extranjero y los devaneos fiscales de Monedero.
En el tema de Cataluña ha tomado el mando Pedro Sánchez y su propuesta de reforma constitucional frente a la pretendida apuesta de unidad de Podemos y su defensa del referéndum de autodeterminación.
Farragoso el tema económico con los autónomos como producto estrella. Rajoy se ha enrocado una vez más en la herencia recibida. Una película que tiene tantos remakes que nadie va a verla. En ese terreno, los datos de Sánchez y Rivera sobre el empleo precario y los bajos salarios han dado en la línea de flotación del presidente en funciones.
Un debate a cuatro no deja de ser soliloquios sucesivos. No hay espacio apenas para el cuerpo a cuerpo, que es la esencia del debate. Y las respuestas a derecha e izquierda pierden intensidad emocional. En ese territorio ha crecido el líder de Ciudadanos. Ha dejado de ser, al menos por un día, el yerno que toda suegra quiere tener, por Jack el destripador, con bisturí hacia Podemos y hacia Mariano Rajoy. ¿Funcionará esta nueva estrategia?
Creo que Albert Rivera ha superado el periodo de aspirante bienintencionado para situarse como alternativa. Ha respetado el resto que queda del pacto con el PSOE y se ha revuelto contra los extremos con eficacia. Al inicio del debate, para ningunearlo, Iglesias ha evitado responder a las preguntas de Rivera porque prefería hablar con la «marca original», como sugiriendo que Ciudadanos es un PP light. Pero esa estrategia no ha funcionado. El más duro con Rajoy ha sido hoy Albert Rivera.
Bien los moderadores, alternando protagonismo sin restar su neutralidad. Bien Ana Blanco, que ha renovado su solvencia y también Vicente Vallés y Pedro Piqueras.
Si el objetivo de Mariano Rajoy aceptando un debate a cuatro y negándose a un debate a dos era trasladar a la irrelevancia a Pedro Sánchez, el tiro le ha salido por la culata. No ha destacado el presidente en funciones y le ha comido terreno el líder del PSOE.
Mérito de Pedro Sánchez haber conseguido que Iglesias se descolocase con la continuas alusiones a que si hay repetición de elecciones se debe a la negativa de Iglesias de investir a Sánchez hasta el punto de que el líder de Podemos ha pedido aire suplicando que no se hablase del pasado.
Quien más arriesgaba, Pedro Sánchez, no ha salido trasquilado. No creo exagerado afirmar que se ha situado en la campaña, gracias a haber dado leña a Podemos, situándolo en la extrema izquierda. No quiere decir que haya superado todos los inconvenientes de su campaña. Sencillamente ha sobrevivido. Que no es poco.
No sé qué dirán las encuestas. No me atrevo a declarar vencedor, pero sí a proclamar que Rajoy e Iglesias han perdido el debate.