Rajoy confía su campaña en declarar las tapas patrimonio de la humanidad

Empieza la subasta electoral. Una vez que Mariano Rajoy aclaró nada más llegar a la Moncloa en diciembre de 2011 que lo importante no es cumplir las promesas electorales, sino cumplir con el deber, hay barra libre para buscar el voto con los compromisos más irrealizables. No es un invento mío. Rajoy se exculpó de todos sus incumplimientos en la legislatura anterior con esa épica y subjetiva afirmación del deber cumplido.

Sigo con mis encuestas y solo consigo una respuesta. Nadie sabe qué va a pasar. O para ser más preciso, nadie se aventura a hacer un pronóstico. Hagamos un repaso.

El PP solo tiene la baza del miedo a Podemos, porque su discurso económico se ha roto. Con el récord histórico de la deuda pública, que ha superado el 100%, con los incumplimientos del déficit – y la amenaza de una multa de Bruselas a la vuelta de la esquina electoral – ¿quién se va a creer que va a bajar dos puntos el IRPF en todos los tramos? Su carta a Juncker, presidente de la Comisión Europea, aclaraba que si fuera necesario haría más recortes.

Utilizar el miedo a Podemos tiene dos ventajas. La primera, le permite ningunear al PSOE. Y la segunda agita el voto más conservador para conseguir su apoyo como el mal menor. La competencia con Ciudadanos la ha resuelto de la forma más sencilla. «El líder de Ciudadanos es Pedro Sánchez».

Pero hoy he descubierto que el PP tiene un arma secreta. Lo ha adelantado hoy el ministro de Cultura, Íñigo Méndez de Vigo. Va a pedir a los organismos internacionales competentes que declaren «las tapas» patrimonio intangible de la humanidad. Todo muy español, muy castizo. Por lo tanto, presumo que será movilizador de un patriotismo tripero.

Ciudadanos lo tiene muy claro: estopa a derecha e izquierda. Albert Rivera le va a dar a Podemos y al PP hasta en el cielo de la boca.

Su actitud hacia el PP no ha cambiado. «un partido que no es capaz de limpiar su casa, no puede regenerar España». Y con Podemos va a utilizar un miedo más sutil, o quizás no tanto, visto su primer spot. En todo caso utilizará un argumento compartido con el PSOE: se han repetido elecciones porque Podemos no se quiso abstener ni apoyar su acuerdo con Pedro Sánchez.

El caso de Podemos es más alambicado. Una vez generadas las expectativas con el «sorpasso», le conviene bajar el listón de la agresividad. Por lo menos en algunos temas.

Ofrecerá su amor al PSOE como una flecha de Cupido envenenada. Y se le traspapelarán algunas apuestas conflictivas. Entre ellas el referéndum de autodeterminación en Cataluña, cuyo debate será aplazado hasta después de las elecciones.

La campaña más complicada la tiene, sin duda, el PSOE. Tiene el enemigo en casa. Guillermo Fernández Vara duerme con un lápiz en la mano, para recordar cualquier ocurrencia. La última, que el PSOE necesita un psiquiatra. ¡Genial!

Podemos ha conseguido instalar la condición de que el «sorpasso».  es un hecho. Y también ha conseguido que el partido de Pedro Sánchez –lo dicen las encuestas- cargue con la culpa de la repetición electoral.

Hay tres condiciones imprescindibles para que el PSOE tenga alguna posibilidad. La primera, cargar duro con Podemos. Sin complejos. Demostrando que la única posibilidad de sacar a la derecha del Gobierno es votarles a ellos. Demostrar que una izquierda irresponsable es la mejor arma para que Rajoy siga instalado en la Moncloa.

La segunda, una demostración inequívoca de unidad y de que Pedro Sánchez ha conseguido reforzar su liderazgo. Y la última, como si fuera una final de la Champions, que el PSOE se juega sus más de cien años de historia en un solo partido.

Reflejo de las elecciones de 1.996, cuando el GAL y la corrupción pusieron al PSOE contra las cuerdas, y se estableció esa extraña alianza entre Julio Anguita y Aznar. Contra todo pronóstico, los socialistas movilizaron a todas sus bases y casi logran ganar.

Fue una derrota dulce, en la que el PP sólo puedo sacar un punto y medio al PSOE y Felipe González, aun perdiendo, salvó los muebles de su partido. Claro que antes había dos jugadores y medio en la partida y ahora hay cuatro. Veremos.

Sostengo que el resultado del 26J está mucho más abierto de lo que parece. Y que la campaña va a ser determinante para que muchos ciudadanos decidan su voto.

Hoy estoy contento. La decisión del Gobierno en funciones de pedir tan alto reconocimiento internacional para las tapas, me ha tranquilizado profundamente.