RAC1, sus tertulianos y la política que atribuyen a los demás
Paseando por la Barcelona de los prodigios, ayer tropecé con Ángel de la Fuente. El economista había estado unas horas antes, y vía telefónica, en la tertulia-tortura (¡qué tiempos en los que para la excitación matinal escuchábamos a Federico Jiménez Losantos!) de RAC1. El economista había participado en su calidad de experto sobre, simplificando, balanzas fiscales.
De la Fuente es posiblemente el economista español más aventajado en el terreno de la Hacienda Pública y los flujos interterritoriales. Ha trabajado para los grandes servicios de estudios que hay en España, la mayoría controlados por las entidades bancarias, pero también para la Comisión Europea.
Es asturiano pero vive desde hace muchos años en Catalunya. Aquí, desde el territorio de la Universidad Autónoma de Barcelona, y bajo los auspicios del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha desarrollado los estudios más avanzados en la materia que, de la noche a la mañana, se han convertido en el epicentro del debate político.
El profesional es un catalán de pleno derecho. Como decía y acuñó Jordi Pujol, vive y trabaja en Catalunya. Sin embargo, y a tenor de la animosidad con la que los participantes en la tertulia radiofónica se han pronunciado sobre él (cuando ya se había despedido y no podía responder, cosa de valientes, of course…), alguien podría pensar que De la Fuente es un marciano llegado de planetas ignotos. Por eso y porque le recordaban que algún día de su vida decidió participar en el arranque de un partido llamado Ciutadans (C’s).
Es curioso que tanto el conductor del espacio, confeso nacionalista, como el resto de participantes se arroguen la superioridad intelectual y ética que hoy intentaban expresar con respecto a De la Fuente. Justo después de que les hubiera arrasado con argumentos académicos y científicos de difícil réplica. Allí estaban otro economista, el profesor Gonzalo Bernados; y los periodistas Jaume Barberà, Vicent Sanchis y Jordi Barbeta.
Conozco a casi todos ellos, con algunos incluso he trabajado, y puedo dar fe de que su categoría profesional dista un abismo de la del sosegado profesor De la Fuente. Por más que ayer lo desacreditaran con cajas destempladas, la historia y la justicia acabará por poner a cada uno en su sitio. Tengo la impresión que sobre todo los tres periodistas estaban jugando de oído al hablar sobre déficit fiscal, balanzas interterritoriales y flujos económicos. Se dedicaban a lo habitual: la política con alcachofa radiofónica.
De la Fuente sostiene como argumento que según qué método de cálculo se aplique para conocer las relaciones económicas interterritoriales se hace demagogia. A su juicio, el que parece más óptimo arroja un déficit fiscal de Catalunya con respecto al resto de España que equivale a una cifra de un 5% su producto interior bruto, de su generación de riqueza total.
Que Catalunya aporte ese porcentaje de su PIB al conjunto del Estado en ningún caso puede calificarse de expolio o de robo, como los demagogos del régimen nacionalista reiteran machaconamente. La izquierda política siempre había sido solidaria y era la derecha quien tenía más reparos en practicar ese valor con los demás. Si el conjunto de ciudadanos y empresas catalanes que pagan impuestos son más ricos que los del resto de España parece justo, progresivo y solidario que contribuyan.
Otra cosa es que la izquierda haya olvidado sus principios de progresividad y de ayuda al desarrollo y que la derecha haya vestido su insolidaridad de la palabra nacionalismo para evitar pagar. Una contradicción que sólo se soporta en la bandera, puesto que Catalunya es hoy en términos de fiscalidad uno de los lugares más abusivos del mundo para vivir, se piense desde la izquierda, el centro o la derecha.
Por cierto, y puestos a poner en solfa los argumentos de los demás por razones políticas, ni Sanchis, ni Barbeta, ni Barberà están en condiciones de defender que son más independientes en política que el profesor De la Fuente. Acumulan muchos servicios a un mismo poder político desde hace ya demasiados años como para considerarse investidos de una autoridad moral diferente de la que rige para los demás.
Su gran consecución profesional es que ellos tienen regularmente un micrófono o una columna desde la que expresarse, con razón o sin ella, mientras que expertos como De la Fuente han sido marginados en su territorio por socialistas y convergentes y han tenido que ser las universidades o Bruselas quienes le hicieran profeta, pero fuera de su casa.