Quim Torra, difícil presidencia
¿A qué debe dedicarse el primer president de un autogobierno catalán que no gobierna?
No debe de ser sencillo presidir un gobierno sin ser un político. Quim Torra no lo es. Su primer y último cargo antes de ser diputado de JuntsXCat fue el de director del Born Centre Cultural.
A los efectos del presente retrato interesa recordar que su concepción del Born como centro de memoria del catalanismo no le impidió abrirlo como escenario de la pasarela de moda Gaudí.
Que Torra no sea político no quiere decir que no haya intervenido en la vida pública catalana
Sobre sus tanteos previos, cabe constatar que tuvo un breve pasado entre los disidentes de Unió Democrática. También entre los de ERC. Ha sido asimismo miembro de la junta de la ANC y vicepresidente de Òmnium Cultural. Imposible tener más pies en más sitios diferentes, antagonistas o complementarios.
Que Torra no sea un político no significa que no haya intentado intervenir en la vida pública desde distintas plataformas. Por lo menos cuatro. Significa que no dispone de experiencia de poder.
En política, lo normal es subir por la escalera y salir por la ventana. Los tiempos revueltos que vivimos montaron a su antecesor, Carles Puigdemont, en un ascensor supersónico que le subió al puesto que Artur Mas se resistía en dejar. Ada Colau entró en el despacho de la alcaldía de Barcelona por la ventana, de un salto desde la calle.
Torra sabía desde el primer momento que no dispondría de poder
Puigdemont y Colau son políticos. Les va el mando y pretenden seguir ejerciéndolo, aunque sea en condiciones perentorias. Torra, mal llamado president vicario, sabía desde el primer momento que no dispondría de una plataforma propia de poder. Aunque pretendiera construírsela, que no es el caso, tampoco contaría con medios. Torra está solo, muy solo.
Firmó el nombramiento del Govern sin haber escogido a sus consellers, que le deben respeto pero no le temen, como es preceptivo en cualquier gobierno, porque no está en sus manos destituirlos. Ni siquiera puede ejercer la prerrogativa de disolver el Parlament y convocar elecciones autonómicas. Eso está en manos de Puigdemont o de Oriol Junqueras.
Puigdemont repartió los papeles. Para él la dirección política, el impulso a la Crida, no con un duunvirato al frente sino con un único líder.
¿A qué debe dedicarse entonces el primer president de un autogobierno catalán que no gobierna? Desde luego, no a pelearse con Puigdemont. Tampoco con Junqueras. Torra tiene una agenda de actos públicos muy apretada.
Le queda eso, moverse, representar, transmitir mensajes, dar conferencias, como la que pronunciará hoy mismo en el TNC, sobre la cual ya ha dado suficientes pistas: un cóctel de confrontación y concordia.
Las funciones de Quim Torra
Su principal función política consiste en evitar que salten chispas entre las formaciones que componen el Govern, lo cual está consiguiendo a base de inclinar la balanza a favor de las propuestas de ERC. De ahí la intención explícita de aprobar los presupuestos con el apoyo de los Comunes.
Torra prefiere durar algo más de unos pocos meses. Puigdemont quiere evitar elecciones autonómicas a toda costa, mientras la Crida no se convierta en partido y los sondeos no alejen el peligro de sorpasso de ERC. En eso coinciden. Puigdemont ataca a ERC, Torra les hace caso.
Torra es un radical conciliador. Independentista convencido y de buena fe, de carácter afable pero con tendencia al pronto. Si en algún tiempo fue propenso al exceso verbal, las polémicas sobre algunos de sus escritos le han curado por completo, como se desprende del tono de todos sus discursos y tuits desde que fue investido.
Torra intenta quedar bien con los radicales y con los pragmáticos del independentismo. Aproximarse a los partidarios de la libertad de los presos y a los independentistas de todo pelaje.
Mantener la exigencia de referéndum de autodeterminación sin renunciar al incremento de las capacidades de la Generalitat. Desafiar y obedecer. Exigir y dialogar. Buscar el momento de soltar amarras mientras se refuerza las amarras.
Una imposible cuadratura del círculo. Pero a favor de Torra hay que decir que se lo cree. Todos los políticos hablan desde la impostación y el cálculo. Quim Torra desde la convicción. Veremos si obtiene réditos.