¿Quién pretende manipular a Johan Cruyff?

La muerte de Johan Cruyff ha conmocionado al mundo del deporte. Lo ha hecho con gran intensidad en el Ajax de Amsterdam, donde inició su carrera futbolística, pero ha sido en el Barça donde esta muerte ha causado un impacto emocional mayor.

Es lógico, ya que sin Cruyff no se entendería la historia barcelonista de estas últimas décadas. El actual «Barça triomfant» tiene su origen en la llegada de Cruyff al club.

El debut de Johan Cruyff en un partido oficial en el Camp Nou tuvo lugar el domingo 28 de octubre de 1973, en un encuentro contra el Granada en el que los azulgrana se impusieron con un contundente 4-0.

Pocas horas antes de aquel partido la policía franquista había irrumpido en la parroquia de Maria Mitjancera, en la barcelonesa calle Entença y a muy poca distancia de la cárcel Modelo. Allí, previa cesión de la iglesia por parte del cura Antoni Torner, se hallaba reunido el plenario de la Assemblea Democràtica de Catalunya, la primera plataforma unitaria antifranquista creada en nuestro país.

A pesar de que algunos de los reunidos consiguieron escabullirse, al fin la operación policial se saldó con 113 detenciones. Entre los arrestados figuraban nombres importantes ya entonces en la política catalana clandestina: Antoni Gutiérrez Díaz, Raimon Obiols, Agustí de Semir, Josep Solé Barberà, Pere Portabella, Salvador Coromina, Martí Carnicer, Josep-Lluís Carod-Rovira, Albert Fina, Magda Oranich, Octavi Pellissa, Paco Frutos, Joan Parpal, Montserrat Avilés, Consol Maqueda, Jordi Carbonell, Carles Prieto, Xavier Folch, Lluís Maria Xirinachs, Ramon Espasa, Laura Tremosa…

La detención de aquellas 113 personas, que en no pocos casos tras ser interrogadas y torturadas en la Jefatura Superior de Policía de Via Laietana por parte de miembros de la siniestra Brigada Político-Social fueron encarceladas y severamente sancionadas, causó un impacto enorme en la sociedad catalana, más allá del ámbito estricto de las organizaciones políticas, sindicales, profesionales y vecinales ligadas a la propia Assemblea Democràtica.

Ahora que tanto se ha dicho y escrito acerca de Johan Cruyff, hasta el punto que tanto Artur Mas como Carles Puigdemont han pretendido convertirlo en algo así como un apóstol del independentismo catalán, han sido muy pocas las voces que han recordado que el futbolista holandés, recién llegado apenas a Barcelona y sin duda aconsejado por su gran amigo Armand Carabén, gerente entonces del Barça y artífice principal de su fichaje, tuvo un magnífico gesto de solidaridad para con los 113 detenidos.

Todos ellos recibieron, estando aún en la cárcel, una fotografía de Cruyff dedicada y con este texto: «A los aficionados del Barça que no pueden acudir al Camp Nou, deseando que pronto puedan presenciar los triunfos del club».

Más aún: en la primavera de 1976, pocos meses después de la muerte de Franco y con motivo de las primeras grandes manifestaciones ciudadanas convocadas por la misma Assemblea Democràtica de Catalunya en Barcelona, Johan Cruyff y su amigo Johan Neeskens, entonces también jugador azulgrana, intentaron que la plantilla del primer equipo del Barça suscribiera un manifiesto de solidaridad con los principios básicos de aquellas convocatorias: «Llibertat, Amnistia i Estatut d’Autonomia». Ambos quedaron en clara minoría, con muy pocos apoyos.

Este fue el verdadero Johan Cruyff político. Un demócrata convencido que se resistió siempre a callar frente a la sinrazón de una dictadura. Nada más que esto. Pero también nada menos que esto, que no era poco en aquellos, por suerte, ya lejanos tiempos.