¿Quién necesita Gobierno cuando la economía crece?
«En el futuro necesitaremos un gobierno real», esta frase es de nuestro ministro de economía (en funciones) Luis de Guindos. Tranquilo, templado, como quién asegura que en un futuro será momento de cambiar el tapizado del sofá. ¿A quién se dirige? a inversores americanos con intereses en España, en el foro económico organizado por la Cámara de Comercio España-Estados Unidos y El País, en Nueva York.
Es curioso, cualquiera diría que necesitamos un gobierno- especificamos que contra todo pronóstico será real y no imaginario- en este preciso momento. Punto. Esperen ¿o no es tan urgente? Como la economía española va bien, los políticos pueden hacer de su capa un sayo, señores. Porque va relativamente bien si tenemos en cuenta la vulnerabilidad de la economía global. Somos el segundo país que más crece de la eurozona. Lo curioso de esto es que gracias a la buena situación económica, incluso sin gobierno, nuestra clase política no está todo lo avergonzada que debería estar. El contraste entre economía y política es notable.
Y permitió a de Guindos salir airoso al asegurar que creceremos a un 3% el año que viene. Según sus palabras, este crecimiento «se va a basar principalmente en la evolución de la exportación, en la inversión en capital y en el consumo, que sigue con tasas de crecimiento del 3,5%». También aseguró que no es fácil explicar a las entidades americanas la situación nacional, donde la buena evolución de la economía choca de frente con la falta de Gobierno. ¿Entenderían algo?
Y nosotros, los economistas, que sabemos que la incertidumbre es un arma de doble filo, ¿lo entendemos? Lo cierto es que los buenos datos de España se deben a diversos factores. Por un lado, tal como refleja el banco de inversión francés Natixis, en un informe publicado esta semana, la moderación de los costes laborales unitarios ha ayudado a la economía española a ganar competitividad. Según el informe, que nos pone por delante de Italia, Francia y Alemania, la recuperación «ha dado lugar a un marcado repunte de la inversión empresarial, a una mejora en los resultados de exportación y a una reactivación del empleo industrial».
Es obvio que la caída de los costes laborales comienza a dar frutos. El tirón del sector turístico también ayuda. Por otro lado, la política monetaria expansiva del Banco Central Europeo (BCE) y la bajada de los precios del petróleo permiten este crecimiento. La exportación se mantiene con buena salud, también. Todo esto ha ayudado a reducir el desequilibrio fiscal, aunque, eso sí, a un ritmo menor de lo esperado.
Con estos datos, ¿a quién le importan las luchas de 4 partidos mediocres? A veces se lo pregunta uno, pero quizá haya que andarse con algo de cuidado. Ya avisó la OCDE el pasado junio de que un periodo prolongado de incertidumbre política podría «pesar» sobre el crecimiento económico de España. Y en parte, frena a los inversores internacionales, lo que puede pesar a la producción productiva a largo plazo, como ha señalado el BBVA.
Lo que me parece más grave y viene al hilo recordar, es que España sigue teniendo el mayor déficit público de la eurozona, un 100% de su PIB. Rajoy se comprometió a un ajuste de déficit de 20.000 millones de euros en 2016 y 2017, pero si ya de por sí es extremadamente complicado de cumplir, ¿cómo se va a llevar a cabo la reestructuración de seguir estancados?
Con todo, la situación es mejor de lo esperado y los casi 300 días sin Gobierno no han pasado todavía una escandalosa factura a la evolución de la economía española. De hecho, la economía está guardando la cara a nuestros políticos. Quién lo iba a decir.