¿Quién es el más traidor?

La confrontación entre ERC y JxCat apenas ha empezado: las elecciones catalanas irán sobre cuál de los dos bandos tiene el monopolio de la traición

Lo vivido políticamente en Cataluña en estos últimos días es muy superior al “Gloria” padecido. No lo será en bienes muebles e inmuebles, pero sí en todo aquello que importa al bien jurídico superior, el interés general, que es algo tan intangible como real, por lo que la jurisprudencia sigue sin definirlo con precisión cirujana. A lo más que ha llegado es a “debe hallarse en el texto de la misma ley”. ¡Qué cosas!

El Parlament se ha mostrado nuevamente como viene haciéndolo desde que los independentistas lo tomaron en razón de que por aquí suman más las hectáreas que los sufragios emitidos democráticamente: el teatrillo de la señorita Pepis. Ni los cuperos, ni los republicanos, ni menos los postconvergentes dan para más. Una úlcera cancerígena viene arrastrando todo lo catalán hacia el lugar conocido como Despeñaperros.

No porque sea hoy un parque natural protegido, sino porque su nombre es lo más cercano –conceptualmente, se entiende– al diván de Sigmund Freud y a sus tesis sobre el psicoanálisis, una terapia utilizada para tratar problemas emocionales y patologías en el ámbito de la salud mental a la que nunca han acudido Artur Mas, Carles Puigdemont, Quim Torra y todos los asesores que les ha acompañado con instinto asesino.

Todo empezó conociendo que tan sólo el 1,6% de la población catalana confía en el actual Ejecutivo de la Generalitat para resolver los problemas que acucian a los ciudadanos. Un notición en el mundo democrático, pues nunca antes ningún estado, ninguna nación y ninguna región regida por los principios democráticos y por las leyes emanadas de los mismos había dado con el punto más bajo de expectativa de su gobierno.

Es bien cierto aquello de “Catalunya, primer”. En lo malo y en lo negativo, por supuesto.

Le siguió la confirmación judicial de que, por una desobediencia infantil, Torra se quedaba sin escaño y con la brocha en el aire pintando humo. El vicario general de Puigdemont en Cataluña pasa a la historia como el “tonto útil” más inútil que ha dormido en el Palau de la Generalitat.

El estómago de la política catalana ya no podía triturar más basura producida por los independentistas

ERC se desentiende –“desobediencia estéril”, proclamó su portavoz parlamentario– y Torra cae estrepitosamente de su torre “de guaita”. Hasta la CUP se alegra de que, por fin, la coalición de gobierno se vaya al garete. Ya son tres las veces que hace y deshace gobiernos.

En medio, el procesado Josep Lluís Trapero hace un gaullista connais pas respecto del prófugo Puigdemont, el fiscal anticorrupción pide que 12 miembros de la CDC en tránsito de Jordi Pujol a Mas sean imputados por blanqueo de capitales (cuatro de los cuales exconsellers), y Ciudadanos monta otra bronca en sede parlamentaria al llamar “delincuente” a Torra y abandona el hemiciclo.

Además, el Tribunal Constitucional solicita que la Fiscalía impute por desobediencia al presidente del Parlament, Roger Torrent, y a otros dos miembros de la Mesa, y el Tribunal de Cuentas reclama 4,1 millones de euros a los miembros del Govern de Puigdemont por haberlos hurtado en beneficio del ilegal referéndum.

Por si fuera poco, Junqueras proclama, en la comisión parlamentaria de investigación sobre la aplicación del artículo 155, el sursum corda del hazmerreir, que “lo volveríamos a hacer” y su contrario “me muero de ganas de negociar” (con el Estado).

El psiquiátrico ha explosionado cuál volcán irritado. Al fin y al cabo, el punto débil siempre es el colon. Ya lo decía mi abuela: “Lo indigesto siempre pasa factura”. El estómago de la política catalana ya no podía triturar más basura producida por los independentistas.

Cataluña tendrá elecciones autonómicas en breve. No sabemos quién se presentará como “tercera vía”, si la hay, pero sí que la confrontación entre ERC y JxCat será a cara de perro… ¡rabioso! Ya han empezado.

Las elecciones catalanas irán de quién es el «botifler» del ‘procés’

El quid entre ellos dos estará puesto en quién es el más traidor a “su” Cataluña. Si lo son los puigdemontistas porque ni han hecho ni han dejado hacer y se han apropiado del “cuanto peor, mejor”.

O si lo son los junqueristas porque, sin renegar del objetivo final, la independencia, han renunciado a la unilateralidad de su proclamación y han apostado por una posibilista negociación política con el presidente Pedro Sánchez como salida –quizás transitoria– del “agujero negro” en que se halla la Cataluña de todos.

En resumen, quién se gana el título de “botifler” del proceso, porque de eso irá.

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