¿Quién da respuesta a los 102.870 catalanistas de Unió?
Unió Democràtica, el partido histórico del catalanismo político, ha quedado fuera del Parlament. No se presentaba en solitario desde la II República. Sus dirigentes, los que han aguantado el partido, en contraste con los que se han ido, integrados en Junts pel Sí, siguen perplejos. Y se formulan la pregunta, ¿el catalanismo político se puede dar por muerto? Se resisten. Creen que no. Defienden que cuando baje la marea, será de nuevo la fuerza que ayude a Cataluña a seguir avanzando.
No son los únicos. Víctimas de lo que ha ocurrido en los últimos años son también los socialistas catalanes, que se agarran a sus 16 diputados y a sus algo más de 500.000 votos con la esperanza de que pueda llegar un nuevo oasis. Pero hay que ser realista.
Los expertos definen un nuevo escenario a partir de porcentajes. En Cataluña durante décadas el electorado se dividía en un 20-60-20. En ese primer 20% se situaban los partidarios de opciones independentistas. En el centro, vivían plácidamente CiU y el PSC, las dos grandes fuerzas políticas que han desarrollado la Cataluña actual.
Y en el otro 20%, se refugiaban las opciones antinacionalistas catalanas o marcadamente españolistas. Lo que ha ocurrido, explican, es que de ese 60%, se ha desplazado un 20% hacia las posiciones independentistas, marcando un 40-40-20.
La esperanza de Unió es que ese 20% vire de nuevo hacia el catalanismo político, pero para que eso suceda, se debe generar una respuesta por parte de los partidos de ámbito estatal, que haga atractivo un proyecto general para España y Cataluña.
Unió, y la clásica Convergència, y también el PSC pueden decir muy alto que han triunfado. El sueño del catalanismo político fue siempre el de modernizar España, y actuar de forma conjunta para el progreso de toda la sociedad. Ahora se debe afrontar un reto mayúsculo, con una situación de bloqueo institucional, con la imputación del President Artur Mas, con dos discursos que no se escuchan, que viven de espaldas, en un empate permanente.
Porque, ¿quién dará respuesta a los 102.870 catalanistas que votaron a Unió este domingo, pero que no tendrán representación, al no pasar del 3% de los sufragios? ¿Será Junts pel Sí, cuyos dirigentes son conscientes de que recibieron el domingo voto prestado no estrictamente independentista?
El ensayista Jordi Amat, autor de un libro de obligada lectura, El llarg Procés, (Tusquets), considera que «no se puede dar por muerto al catalanismo», pero es evidente que no pasa ahora por su mejor momento, porque los espacios de entendimiento, que obligan a la cesión, han desaparecido.
Unió buscará atraer, de nuevo, a ese catalanismo en las elecciones generales de diciembre, como lo ha intentado ahora Ramon Espadaler. Será Josep Antoni Duran Lleida, que asegura que si acaba su carrera política lo hará «con las botas del diálogo».