Quiebra, espionaje y mercado cerrado
La deuda pública no salva una economía pero pone a prueba la fortaleza de su balance. El primer órdago de Mas-Colell fue hace casi dos años: “nadie compra nuestro papel”. El segundo y definitivo ha sido hace pocos días: “El mercado está cerrado para la Generalitat”. Vivimos un contrasentido. Mientas las fuentes primarias de liquidez vuelven a ofrecer un buen caudal (por primera vez desde 2008), la Generalitat, una Administración poderosa, no encuentra comprador para sus bonos patrióticos. A un ministro como Mas-Colell, le preocupa más una punta de tesorería que la estructura de su pasivo por alto que este sea.
Los cien días de la imputación, el espionaje y la quiebra pública no auguran nada bueno. El president Artur Mas ha demostrado tener más fondo de pista que juego en la red. Tras un pacto forzado con ERC, reorienta su portaaviones hacia aguas más estables, gobernadas por la conllevancia de Duran Lleida y Rajoy. Impedir el choque de trenes, equivale a darle un portazo a Oriol Junqueras, la cara amable del acuerdo rubricado el 19 de diciembre de 2012. De su balance previsto para este miércoles en el Palau, el mundo económico espera una lección de sensatez. Aplicará la tercera vía, la que no rompe con España ni modifica la carta de navegación europeísta del nacionalismo catalán. De su reunión con Rajoy en Moncloa, el 21 de marzo, solo nos consta el vuelo de la “razonable satisfacción”, un galleguismo que haría las delicias de Álvaro Cunqueiro, aquel cronista mágico que se asomó al pasado falangista para meterse en el túnel de ciclo artúrico; “todo, menos hablar de política”, como se decía en el Pazo de Meirás.
Artur Mas trabaja en la creación de una Hacienda propia y una ley de representación internacional, que le pisará la manguera al bueno de García Margallo, canciller español. Sueña en la Transición Nacional sin advertir que una salida del euro nos pondría a los pies de los caballos errados (con y sin hache) y nos llevaría directos al frente del Ebro, territorio apache que nunca pisará el ejército de reserva de los millones de tenderos partidarios endebles de la Independencia. Por pura precaución, su Consejo para la Transición Nacional será meramente consultivo (otro más). Quienes inventaron sus cuentas en Suiza han descubierto ahora la almoneda de la Corona, una herencia infamante de Alfonso XII, el Cametes, transmitida al monarca por su padre, albacea testamentario del trono y navegante, pañuelo al viento, a bordo del yate del marqués de Mondéjar.
Si y solo si España logra una relajación del déficit, tendremos Presupuesto 2013. Se entiende que a Mas-Collel se le lleven los demonios. ¿Dónde se ha metido el emérito Harvard? El Constitucional le cierra el paso a la tasa financiera catalana y el Departamento de Finanzas de la Generalitat ha tenido que vender, a precio de saldo, 13 edificios públicos. Sólo queda recortar una paga extra a los funcionarios y reducir el número de interinos. La Sanidad en pleno colapso y el vencimiento de la Deuda anterior (más de 8.000 millones de euros) son la puntilla.