Queremos saber qué piensan las grandes empresas catalanas sobre el proceso
El poder económico catalán ha sido escrupulosamente democrático con el proceso político del país. Su observancia de la independencia entre los intereses puramente empresariales y los de carácter ideológico ha pasado casi inadvertido durante los casi dos años que llevamos inmersos en el llamado proceso soberanista.
Los bancos y grandes empresas de Cataluña pueden ser acusados de algunas cosas, pero no de interferir en la voluntad del Parlamento o de sus legítimos representantes económicos. Ese elemento de normalidad no les será reconocido en un país tan cainita como el nuestro, en el que siempre prevalece el ruido de la política a la discreción del ejercicio real del poder.
No lo harán por ejemplo algunos personajes radicales que en los últimos días pedían por twitter un boicot a una entidad financiera si ésta no se avenía a financiar al Gobierno de la Generalitat en su deuda. Lo significativo no era que hicieran estas peticiones, sino que alguno de los que propugnaban cargar contra su propia economía habían ejercido cargos de responsabilidad en el Gobierno catalán durante la etapa del tripartito en nombre de ERC.
Mientras las miradas siguen giradas hacia Escocia y se sigue observando cualquier referencia de carácter internacional para apuntalar el proceso, en esta recta final del desafío soberanista estaría bien que el poder económico catalán diera alguna muestra de cuál es su opinión sobre los acontecimientos. En Escocia, sin ir más lejos, la banca del país ha esperado a la última semana antes de explicar cuál será su opción de futuro en virtud del resultado que arroje el referéndum de las últimas horas.
En ese mismo marco, las grandes corporaciones catalanas, las que actúan de locomotoras de las medianas y pequeñas empresas sea cual sea su sector de actividad, deberían decirnos a los ciudadanos qué opinión tienen sobre el rumbo de las cosas. Han demostrado su democrático respeto, pero quizá ha llegado la hora de tener más elementos adicionales por parte de la ciudadanía para evaluar el futuro del país. No se trata de influir, pues esa fase política ya ha pasado, sino de ayudarnos a todos a aclarar qué pasaría en lo económico si alguien se saltara la legalidad para colocar unas urnas o si fruto de la parálisis política institucional que nos puede sobrevevenir Cataluña adelantara por segunda vez en poco tiempos sus elecciones autonómicas. Incluso, y ya puestos, qué piensan de una eventual independencia. Estaría bien que se dejaran de respetos quizá ya innecesarios y nos ofrecieran información clara.