¿Qué sucederá en el Govern de Quim Torra?
El nuevo 'president' no es táctico ni esconde sus planes, y es fácil prever cómo desarrollará un Govern del que no saldrá nada bueno
La investidura de Quim Torra abre un nuevo periodo, sin 155, y posiblemente sin restitución pero no con mayor estabilidad.
Torra no ha sido elegido a pesar de su ideología, sino debido a la misma; expuesta de forma impúdica y prolija durante años y contumazmente en decenas de artículos.
La fijación y obstinación del nuevo presidente catalán en temas como la raza o la biografía de violentos personajes del pasado no permiten sustentar la idea, que tanto se oye estos días, de que una vez en el poder las personas cambian y que una cosa es la retórica y otra la gobernanza.
Precisamente esta idea de que todo quedaría en una fanfarronada y, a la hora de la verdad, se echarían para atrás también circulaba con éxito en tertulias y artículos en las semanas previas a septiembre y octubre del año pasado.
Torra enfrentado a ERC, que asiste atónita y paralizada al espectáculo. Torra votado por el Parlament y envalentonado ante un Estado que le deja hacer fotos con Sastre, el terrorista que asesinó a Bulto, y viajar a Berlín a rendir pleitesía a Carles Puigdemont cual rey medieval con corte itinerante.
Torra intentando la restitución en sus cargos a Trapero o a los exconsejeros en prisión preventiva no apuntan a mera palabrearía, sino a una presidencia tormentosa, atolondrará y de alto voltaje.
La declaración de intenciones de Quim Torra supone un terremoto en la seguridad jurídica
La pregunta es: ¿Qué sucederá bajo el mandato de Torra?
El nuevo presidente sólo tiene la ventaja de que no es táctico ni esconde sus planes; lo cuenta todo como los niños y los borrachos, tal cual le viene a la cabeza.
Anunció su intención de poner en marcha la república para pasar de la ficción a la realidad mediante la recuperación de las 16 leyes que el Tribunal Constitucional suspendió por estar fuera del marco competencial de la Generalitat, chocar contra leyes orgánicas del Estado o simplemente por ser incompatibles con el marco legal español.
La declaración de intenciones de Torra supone un terremoto en la seguridad jurídica así como un serio toque de atención a la posible suspensión de derechos y garantías democráticas de la ciudadanía catalana.
Pero, más allá de esta obviedad, es importante plantearse cómo va a llevar a cabo su plan. Ahí tampoco tiene secretos para nadie y lo cuenta tal cual.
En la legislatura anterior la intención del separatismo de llevar a cabo una operación mágica que les condujera de la idea a ley supuso suspensiones de leyes, tensión para finalmente acabar con la aplicación del 155, detenciones, prisión preventiva y todo lo que ya sabemos.
Así, el nuevo presidente no seguirá el mismo camino, sino que ya ha anunciado la creación de una vía paralela mediante el Consell de la República y la Assamblea d’Electes.
El Consell de la República actuará como órgano legitimo en sustitución del Consell Executiu dado que dicho consejo será presidido por, siguiendo la jerga separatista, el «legitimo president Puigdemont», y la asamblea sustituirá al Parlament.
Son estos organismos los que darán su visto bueno a la reimplantación de las leyes de transitoriedad y tributarias, entre otras. Son estos organismos los que darán validez a la constitución de la república, que redactarán un grupo de amiguetes independentistas.
Las nuevas elecciones deseadas por Torra y sus colegas serán para elegir entre república y constitución
Mediante estos organismos ficticios, a los que legitimarán con una intensa campaña en los medios de comunicación públicos catalanes y afines, hasta que sean reconocidos como válidos por sus dos millones de apoyos incondicionales, crearán un galimatías jurídico y una gran confusión que llevará a mucha gente a preguntarse cuál es la legalidad vigente: ¿la constitucional o la republicana? ¿A qué debo atenerme?
Este follón, que tiene por objetivo cuestionar por enésima vez la legitimidad del Estado español, poner en cuestión la pertenencia de Cataluña a España y conseguir la independencia, será un nuevo éxito del relato independentista.
El objetivo de Torra y sus colegas es llegar a las nuevas elecciones en otoño de este año, cuando por tercera vez nos veremos en la disyuntiva dramática de elegir entre «república» o «Constitución» pero ya no sobre independencia.
La independencia la han cambiado por los presos y la estelada por el lazo amarillo, porque cada vez que uno de sus argumentos puede ser cortacircuitado por una avalancha de realismo ellos consiguen mutar a un nuevo argumento.
Nada bueno vendrá en los próximos meses del Govern de Torra, que de gobierno solo tendrá –en este caso sí es retórica– el nombre.