¿Qué se juegan CiU y PSC en el Orfeó?

 

Cuatro días antes de las elecciones autonómicas del próximo 28 de noviembre, los 1.661 socios del Orfeó Català están convocados a la urnas. De su votación saldrá una presidencia y una junta directiva renovada, la primera después de que la asociación cultural barcelonesa se viera súbitamente sumergida en un grandísimo escándalo de corrupción protagonizado por Fèlix Millet, el patrón del Orfeó durante largos años.

El Orfeó no sólo es una entidad emblemática de la cultura del país. Es la asociación que controla la Fundació Orfeó-Palau de la Música y el Consorci del Palau de la Música. Mientras que la asociación de canto coral posee un presupuesto de apenas un millón de euros, la fundación Orfeó-Palau de la Música maneja una cifra más próxima a los 20 millones anuales. Y, por supuesto, en medio flota un patrimonio inmobiliario de primer nivel: el propio Palau de la Música Catalana.

Son razones poderosas para que la asociación sea el objeto del deseo de diferentes grupos de interés de la ciudad. Uno de ellos, encabezado por Mariona Carulla, representa la continuidad matizada. Continuidad porque la candidata y representante de la familia propietaria del mayor grupo empresarial agrolimentario de Catalunya ha sido vicepresidenta del Orfeó unos 15 años con Millet como dirigente.

Mariona Carulla, ¿pasado o futuro?

Matizada, porque Carulla ha insistido en que el latrocinio de Millet fue una actuación individual en la que nada tuvo que ver ninguno de los que le acompañaban como comparsas en los órganos de gobierno. Es más, defiende su equipo que ella fue la que tomó las riendas para que la justicia se hiciera presente en un asunto que todavía está pendiente de sentencia y cuyas derivaciones sobre la financiación irregular de partidos políticos siguen sin sustanciarse.

El otro grupo de interés es el que encabeza Enric Enrech, presidente del Colegio de Agentes Comerciales de Barcelona y antiguo cantaire. Se autoproclama renovador, porque ninguno de sus integrantes forman parte del oscuro pasado del Orfeó. Se vende como la alternativa y el aire fresco que la entidad necesita para degollar una imagen que estará maltrecha durante años por la sorpresa que originó en la sociedad bienestante catalana el caso Millet.

Competencia/Juego sucio

Esas son, en apariencia, las razones formales de la dura competencia que están manteniendo ambos candidatos y sus respectivos equipos, que han llevado a Enrech a presentar diferentes impugnaciones al proceso electoral y acusar a la mesa electoral que preside el ex dirigente socialista Antoni Dalmau de “juego sucio”.

En el segundo plano, en la rerabotiga de las elecciones, en la parte no confesa de quienes compiten, se barajan otros intereses que difícilmente aflorarán ante la opinión pública por razones obvias: proximidad de las elecciones autonómicas y dificultad probatoria. Sin embargo, late bajo la espuma de las candidaturas, de los programas y del rifirrafe electoral una sorda batalla entre los intereses de  CiU y PSC alrededor de la institución.

En las filas de Artur Mas se sostiene que los papeles que pudieran acabar determinando la existencia de financiación ilícita de su partido que han partido del Orfeó han sido administrados por la junta saliente de Carulla. En la diana de sus críticas está el actual director ejecutivo Joan Llinares, al que asocian con la maledicencia socialista por su cargo anterior en el Museu Nacional d’Art de Catalunya (Mnac).

Política y financiación ilícita

No sólo se quejan de una campaña orquestada nacida en el Orfeó, sino que se sorprenden que no haya aparecido ni un solo documento comprometedor con la financiación del PSC. Carulla ha presidido la institución en los 15 meses transcurridos desde el estallido del escándalo. Aunque la familia Carulla ha mantenido unas buenas relaciones con la familia más catalanista del PSC, la sospecha convergente se centra sobre todo en el aparato que encarnaría Llinares. Carulla es vista como una presidenta florero de quienes habrían levantando las alfombras del Orfeó y del Palau en este periodo, pero sólo por una esquina.

En teoría, ningún partido participa directamente en esta batalla del Orfeó. Es obvio, porque son los socios quienes deben decidir la composición de la nueva junta y quién la presidirá. Sin embargo, nada se mueve en la ciudad sin que los partidos sean informados y los candidatos pidan una especie de admonición previa para presentarse.

CiU-Barça-Foment-Orfeó…

Un PSC en horas bajas ha confiado en que Carulla pueda aprovechar el tirón de la presidencia ejercida durante los últimos meses para evitar cambios que sacudan a la institución y a todas sus derivaciones. Al partido de Montilla, con algunos síntomas de desmembración interna, le preocupa menos los movimientos de financiación irregular que hubieran procedido del Palau. Prefiere eso sí, continuidad. Los últimos intentos de renovación que se han producido entre el empresariado catalán (elecciones a Foment) no dejaban de estar amparados por el interés de cambio de CiU para algunas instituciones (Foment, Barça, Orfeó…) Incluso, aunque CiU haya injertado a Carles Sumarroca, uno de los suyos, en la candidatura de Carulla.

Los partidos no son, sin embargo, los únicos que examinan con microscopio los movimientos en la probeta del Orfeó. Entre los Carulla, dueños de Agrolimen, hay ciertas dudas razonables sobre lo más conveniente para la familia. De perfil catalanista, con tradición de mecenas, y sobre todo con una vocación de imagen pública contenida, los Carulla parecen haber entrado en una fase distinta desde el fallecimiento de Jaume Tomás, el esposo de la candidata, y se multiplican: una vicepresidencia en el Círculo de Economía, la presidencia del Orfeó, la fundación familiar invierte en el futuro diario Ara… Un cambio que no deja de sorprender a quienes están siguiendo con proximidad la evolución de una de las estirpes más simbólicas de una burguesía catalana tan discreta como activa en sus relaciones.