¿Qué pasaría si Harvard sustituyera a las universidades catalanas?
Últimamente, sobre todo a raíz de la crisis, se cuestiona abiertamente la financiación pública de la enseñanza superior. La filosofía que hay detrás es la filosofía del «pay for use« , que económicamente tiene sentido, ya que supone que aquellos que consumen un determinado bien (como un helado) paguen su coste (el precio que pagamos al heladero).
Estados Unidos sería el país más emblemático de esta filosofía. Allí incluso llega al aspecto sanitario, a pesar de que Obama esté a un pie de la quiebra por intentar lo contrario.
Siguiendo esta filosofía también parece lógico que la cajera del supermercado no tenga que subvencionar con sus impuestos la carrera de medicina de la hija del director general de la gran cadena de distribución donde ella trabaja.
Así pues, si tiene lógica económica, entonces, ¿por qué pienso que esta filosofía es errónea y nos lleva a un acantilado? Pues lo pienso por seis motivos:
Primero: El precio de la matrícula de un año en Harvard oscila entre 25.000 y 45.000 euros, es decir, unas 200 o 300 veces el actual precio público. Y si aumenta el precio de la matrícula universitaria se reduce la cantidad de personas que acceden a un título universitario y eso no es bueno por lo que explicaré después.
Segundo: No todo lo que consumo me beneficia únicamente a mí. Si yo uso el transporte público (en lugar del coche) contamino menos y colapso menos el tráfico. Este beneficio externo se llama externalidad positiva. Y según mi punto de vista, el título de médico tiene una externalidad positiva para la cajera y para mucha otra gente que no ha podido nunca estudiar una carrera.
Y es que si la atención sanitaria es buena, los diagnósticos son más acertados. La asistencia es más rápida y el tiempo de recuperación y de baja más breves, lo que beneficia a la trabajadora, pero también a la empresa, al cliente y a las mutuas laborales. Lo mismo se puede decir de un ingeniero de puentes y caminos, que hará carreteras mejores y más seguras (y reduciremos los accidentes, los accidentados, las bajas, las ILTss, etc …)
E incluso me atrevo a hablar del titulado en filosofía, que nos puede ayudar a pensar y ser más críticos con nuestra realidad (y con nuestros gobernantes ) para poder mejorar. El conocimiento, por tanto, tiene externalidades positivas cuando es útil y se comparte con su entorno.
Tercero: En Harvard hay muchos premios Nobel dando clase (y algunos futuros asistiendo) pero sus externalidades positivas, aunque mayores en grado a las de nuestra médica hija de papá, tienen repercusión a nivel mundial y por tanto quedan muy diluidas entre toda la población. Que a la cajera del súper haya un premio Nobel enseñando a menos de tres kilómetros de su centro de trabajo, difícilmente le afectará. El problema de meningitis de su hijo no lo tratará un (actual o futuro) premio Nobel. Lo detectará su médico de cabecera.
Cuarto: El sistema de becas no funciona. En Harvard sólo entran con beca los más inteligentes (y los más ricos sin beca) Pero Catalunya tiene un nivel de fraude del 22% del PIB (frente a un 8% de EEUU), un fraude que también se refleja en que los ingresos medios de los empresarios individuales (declarados a Hacienda ) son inferiores a los de un mileurista. Cualquier sistema de becas sólo premiará a los campeones del fraude (todos conocemos algunos).
Quinto: Los créditos tienen que poder devolverse y esta circunstancia está directamente relacionada con encontrar un trabajo bien remunerado, lo que resulta más difícil cuando no se han terminado los estudios. Si tenemos en cuenta que sólo el 79% de los estudiantes terminan la carrera en los años quetocan y que el paro universitario juvenil es próximo al 20%, creo que la tasa de morosidad se dispararía más allá del histórico 11 % actual. Esto quiere decir que sólo conseguirían entrar en nuestro Harvard aquellos que son ricos o los que tienen un gran patrimonio que les avala (una minoría).
Sexto: Estos préstamos ya no funcionan ni siquiera en Estados Unidos. Recientemente, el primer banco estadounidense JP Morgan ya ha dejado de conceder créditos universitarios. Ésta es ya la segunda gran deuda después de la inmobiliaria, que supera incluso la de las tarjetas de crédito. Si este banco deja de ofrecer estos préstamos es porque crece la morosidad debido a un paro juvenil universitario del 13% (¡Imagine que pasaría en Catalunya donde la misma tasa de paro está cerca del 20%!)
Conclusión: La obtención de estudios superiores es la principal vía para ascender de clase social en Catalunya (como demuestra la Fundación Bofill). Si cambiáramos nuestro sistema como el de las universidades de Harvard, sólo podrían estudiar los pocos que tienen mucho dinero (calcule unos 120.000 euros por título de media) o quienes pueden avalar un préstamo con el patrimonio familiar o los que que cometen fraude y declaran menos que un mileurista.
Sería muy complicado hablar de una sociedad meritocracia y en cambio nos acercaríamos a un sistema feudal hereditario (no soy el primero que lo dice) con dos clases sociales: las pequeñas élites aristocráticas educadas y una gran mayoría con conocimientos básicos. Por tanto, ¿estamos seguros de que queremos convertir el sistema universitario catalán en un modelo Harvard ? Yo creo que no .