¿Qué le pasó a Jaume Matas?
El Consejo de Ministros le ha denegado el indulto a Jaume Matas y eso le sitúa en los umbrales de la cárcel. Entre otras acusaciones, le llevó a los tribunales esa figura delictiva tan tentacular que es el tráfico de influencias, muy identificada con su presidencia de la comunidad balear.
Puede decirse que Matas lo tuvo todo en política. Iba a ser el regenerador de la política mallorquina, tan necesitada de un escáner inexpugnable. Y ahora, al final de un larguísimo proceso judicial, con la única salvedad de su recurso ante el Constitucional, puede verse en presidio.
Cuando la UCD ya post-Suárez se desintegró en Mallorca, las figuras más patricias del centrismo se fueron a sus casas y juniors y no tan juniors fundaron el partido Unió Mallorquina, cuya líder sempiterna –María Antonia Munar, conocida como “La princesa”– ocupa hoy una celda penitenciaria. Tanta corruptela no hubiese sido posible sin la capacidad de presión de un grupo mediático balear, al que casi todos los políticos se sometieron.
En aquellos tiempos, lo que todavía era Alianza Popular consistía en un grupúsculo que en Mallorca mantenía Gabriel Cañellas y en Ibiza, Abel Matutes. Gabriel Cañellas no quiso o no pudo captar a las figuras más prestigiosas de la UCD balear y siguió con su larga marcha en solitario, con unos pocos concejales en el ayuntamiento de Palma.
Mientras tanto, Unió Mallorquina maduraba su estrategia de conseguir esos pocos escaños autonómicos que le iban a permitir el control efectivo de la política mallorquina, con unas consecuencias posteriores que han convertido en intensivos los horarios judiciales.
Jaume Matas había sido un estudiante aplicado en la universidad de Valencia cuyos padres tenían una tienda de electrodomésticos en la calle de Sant Miquel, calle comercial de Palma. Y durante las vacaciones de verano, como hacíamos en aquellos tiempos muchos muchachos de clase media, trabajaba en Eléctrica Matas.
Ya con Cañellas en el Govern Balear, Matas se encargó de los presupuestos. Tenía una imagen cordial, clara, fiel a Cañellas y a la vez renovadora. Poco ideológica. La caída de Cañellas a causa del caso del túnel de Sóller, de cuantía modesta en comparación con lo que vino después, acabó llevando a Matas a la presidencia balear. Luego, en las elecciones de 1999, llegó al poder un penta-partido de lo más peculiar, suma de socialistas, nacionalistas, verdes y lo que fuera.
Así Matas acabó siendo ministro de Medio Ambiente en el segundo mandato de Aznar. Fue activo, tenía la imagen que el centro-derecha necesitaba. Pero ¿qué pasó? ¿En qué momento aquel muchacho que vendía bombillas en la tienda de sus padres le cogió el gusto a la desconsideración del bien público? ¿Qué malas amistades le llevaron al delito, a vivir en una nube de impunidad y a acabar donde está hoy?
Fue candidato en las elecciones autonómicas y tuvo mayoría absoluta. En algunos aspectos fue un presidente efectivo, un tecnócrata, como no había sido un mal ministro. Pero, por entonces, ya estaba contagiado por una megalomanía que forzosamente tenía que ser su autodestrucción. Síntoma y causa a la vez de un quehacer político cada vez más extendido en la comunidad balear.
Así acabaría en manos de la fiscalía anticorrupción. La parte sumergida del iceberg de Matas era enorme. Malversación, tráfico de influencias, cohecho, prevaricación: el político de cuño moderno regresaba a los modos de pillaje y saqueo de la piratería mediterránea. La trama era tan obscena como grotesca. A pesar de que ya existan claves y pistas, todavía nos preguntamos qué le pasó a Jaume Matas.