¿Qué es Cataluña?
¿Qué es España? Ha sido y es una pregunta recurrente en este país desde hace décadas, objeto de una infinidad de ensayos y estudios de todo pelaje. Carlos Serrano, un gran amigo, muy prematuramente desaparecido, acostumbraba a afirmar que no es posible encontrar en ningún otro país nada comparable a la cantidad de escritos de todo tipo que se han dedicado a explicar el «ser» de España.
Carlos Serrano (1943-2001), hijo del escritor y poeta republicano exiliado en 1939 Arturo Serrano Plaja, había nacido en Argentina pero vivió desde muy pequeño en París y allí realizó sus estudios. Se doctoró en 1984 y ocupó una cátedra de Civilización y Literatura españolas contemporáneas desde 1987 en la Universidad París 4 Sorbona. Autor de una obra abundante y de gran calidad, fue uno de los hispanistas franceses más ilustres de la segunda mitad del siglo XX. Serrano no podía menos que expresar su asombro y su perplejidad por la frecuencia con que muchos escritores e intelectuales españoles formulan la famosa pregunta de ¿qué es España?
Actualmente es la propia vida política del país la que suscita una y otra vez la interrogación de marras. Aunque, en realidad, lo que ahora está sobre la mesa es una pregunta parecida pero con distinto protagonista: ¿qué es Cataluña?
Algunos piensan que Cataluña es una región de España. Es decir, un espacio formado por la división territorial de un Estado. No por casualidad, el término «región» procede del latín «regio», que significa algo relativo o perteneciente al rey.
La existencia desde muy antiguo de movimientos nacionalistas, que exhiben razones de carácter económico, cultural, lingüístico e histórico daría sobradas razones, según otros, para fundamentar su calificación de «nación» y exigir su reconocimiento como Estado, sea dentro de una estructura confederal o en régimen de independencia.
Lo cierto es que motivos específicos semejantes para reivindicar la existencia de una nación y la creación de un Estado, con la correspondiente especificidad en el ámbito jurídico-político y la instauración de un poder constituyente, pueden reconocerse fácilmente para baleares y valencianos. ¿València –la recientemente bautizada Comunidad Valenciana– y les Illes son regiones? ¿O son naciones?
Personalmente, creo poco afortunada la utilización del término Països Catalans más allá del ámbito estrictamente lingüístico. No se entendería, tampoco, que ahora se reivindique la pertenencia de México o Argentina al Estado español porque tienen como propia la lengua castellana. El uso de aquel término en el terreno de las entidades políticas no se corresponde con nada concreto, a no ser que sea algún planteamiento muy minoritario. Hay suficiente evidencia para afirmar, que para muchos, encubre apenas una voluntad de imposición desde Cataluña sobre otros territorios donde reside una población catalanohablante.
Con todo, los vínculos reales entre les Illes, València y Catalunya son múltiples y no hay razones para negarlos ni para combatirlos. Hay muchos intereses comunes y nada –salvo la estupidez– debería perjudicar a aquello que puede y debe beneficiar a todos. De momento, como simple dato, viene a cuento recordar que los tres territorios constituyen conjuntamente una región europea de primer nivel, lo que corresponde a una NUTS 1 –unidades territoriales definidas por la Unión Europea por necesidades estadísticas–.
La colaboración estrecha de los tres territorios, cualquiera que sea la fórmula política de los partícipes, tiene todo el sentido, cuando menos, en el terreno económico y cultural. Combatirlo por principio, como hicieron los anteriores gobernantes de les Illes y València, es simplemente un despropósito sectario. O así me lo parece.
Por cierto, ¿a quién se le ocurrió la genial idea de bautizar a esta gran región europea con el pintoresco nombre de «Este»? ¿Ahora el Este de Europa se encuentra en la Península Ibérica y en el Archipiélago Balear?