¡Qué difícil lo tiene Pedro Sánchez!

El nuevo dirigente del PSOE se presentó este martes en Barcelona ante el mundo económico y empresarial. La puesta de largo con su discurso en la sede del Círculo de Economía arrojó algunos titulares y bastantes dudas a los asistentes.

Pedro Sánchez admitió que la economía ha echado a volar. Con todas las cautelas posteriores que se quieran, pero reconociendo la mayor: la maquinaria productiva se ha puesto a trabajar tras el periodo que pasó hibernada.

Después vinieron las precauciones: crecemos, sí, pero sigue un sustrato de desempleo muy dramático; el modelo productivo todavía no se ha transformado; la desigualdad sigue siendo de carácter exagerado; hay pobreza en volúmenes inaceptables para países desarrollados…

Sánchez no sólo sufre la guerra interna entre las viejas y jóvenes facciones de su partido, demasiado acostumbradas a liderazgos monolíticos e indiscutidos. También es prisionero de las dificultades que existen entre los jóvenes valores del PSOE para reconocer la capitanía del equipo entre él y Susana Díaz. Y, finalmente, tiene que hacer un discurso de izquierda moderada, contrario a las tesis liberales del PP que no rompa con las cosas que ha hecho su partido en el pasado inmediato ni se meta en el terreno más apocalíptico de Izquierda Unida o de los neomodernos de Podemos.

No tiene un panorama fácil y su juventud le arropa en el impulso, pero le traiciona en el poso de sus ideas. Situar al PSOE, situarse él mismo en ese tablero de ajedrez es una muy compleja jugada de la que puede salir malparado. Lo señalaban algunos asistentes al encuentro del Círculo de Economía y lo hacían con resignación, porque la mayoría de ellos son encendidos defensores de un partido socialista que pudiera ser una alternativa real de gobierno y una fuerza capaz de cerrar el paso al populismo radical de Podemos.