Qué clase de líder es Artur Mas
Artur Mas va por su segundo mandato tras perder doce escaños. Ilustra cotidianamente las contradicciones del independentismo.
Ve como le pasan por delante ERC, Ómnium Cultural y la ANC. Ya no consigue que cale la suposición de que una Catalunya independiente seguiría en la Unión Europea.
¿Es un líder? La ciudadanía no tiene suficientes datos para saber si Mas se sumó a un movimiento que ni tan siquiera tenía previsto o si encabeza realmente unos afanes de secesión que tienen turbada a una mitad de la sociedad catalana.
A veces se diría que está cabalgando un tigre. Otras veces es como si hubiese asumido liderar algo que le era nuevo y que, deslizándose ya por el tobogán, solo puede aferrarse a lo impracticable y acomodarse en un cierto fatalismo que le dejaría como víctima propiciatoria en un entreacto conflictivo.
Si se trata de averiguar la consistencia de su liderato, es inquietante verle retado de forma pública y reiterada por la dirigente de la ANC, Carme Forcadell, porque Artur Mas sigue siendo el presidente de la Generalitat de Catalunya.
A falta de energía de líder, el gestor tecnócrata que pretendía cuadrar las cuentas públicas hoy cada vez dispone de menos alternativas y margen de maniobra, aparte de quemarse políticamente como un bonzo, según susurran sus más allegados.
Para el observador del panorama de Catalunya, el temperamento político del presidente de la Generalitat es más que una incógnita. No se explica ni por el carisma ni por la razón.
Está de moda distinguir entre líderes transformacionales y transaccionales. Tal vez Mas comenzó con la pretensión de ser un gobernante transaccional y luego apostó por liderar una transformación histórica de Catalunya.
En sus inicios eso le había sido bastante ajeno porque generalmente basaba acción política en un realismo de gestión que luego ha abandonado.
Cuando se habla de comportamientos políticos, casi nunca puede aplicarse una clasificación de blanco o negro. Ocurre con los tipos de líderes. Hay zonas intermedias, pero lo que el espacio central de electorado no entiende es que un gobernante se deje usar y sobrepasar por movimientos colaterales.
El frente secesionista tiene como componentes a ERC, Ómnium Cultural y la ANC. Según las apariencias, Mas ya no es la cabeza visible, el timonel, sino una pieza de recambio. Lo constatan sectores por ahora silenciosos de su partido, como ya lo saben en Unió.
Esencialmente, liderar es saber hacia dónde se quiere ir. La actual crisis política es Catalunya no es un dato anecdótico. Liderar es sacar conclusiones y tomar las debidas decisiones. No consta que una alternativa responsable pueda ser la ilegalidad.
Mientras tanto, la gestión pública está inmovilizada. Y la economía va recuperándose sin muchos indicios de que eso corresponda, en la parte que competencialmente le es propia, a la acción de gobierno de la Generalitat.
Por ahora, seguimos sin saber qué tipo de líder es Artur Mas.