¿Que cierran los bares? Da igual, subamos el impuesto de la Coca-Cola

Los incrementos fiscales son una muestra de falta de sensibilidad hacia sectores que sufren y sus trabajadores y una falta de agudeza y visión política

Decía el gran Leopoldo Abadía cuando hablaba de la crisis Ninja que para él era difícil distinguir entre 7.000 y 70.000 millones de euros, y leyendo las noticias sobre el borrador de presupuesto que el Gobierno ha enviado a Bruselas a uno le sucede algo parecido. La prensa no se pone de acuerdo sobre si la propuesta de incremento fiscal se de 6.000, 7.000 o 9.000 millones de euros pero en realidad qué más da. A una persona normal no parece que le sea fácil hacerse a la idea de que son 3.000 millones arriba o abajo.

No parece una buena idea anunciar un incremento fiscal medio de 191 euros por español. Esa cifra la entendemos mejor, paralelamente, a que la segunda oleada de coronavirus esté provocando un nuevo parón en la economía. Dado que miles de empresas están cerrando o cerrarán y otras miles dejarán de crearse, hay que tener en cuenta que estos 9.000 millones tendrán que ser asumidos por un padrón mucho menor debido a que la recaudación en Impuesto de Sociedad, IVA e IRPF, por mucho que lo incrementen, bajará en 2021.

Los incrementos fiscales no van a ser pagados ni por Amancio Ortega, ni por Leo Messi, ni por la Familia Pujol. Los incrementos fiscales son una muestra de falta de sensibilidad hacia sectores que sufren y sus trabajadores y una falta de agudeza y visión política. Si analizamos el borrador mandado por el Gobierno a Bruselas anuncia un incremento del IVA para bebidas azucaradas que pasará del 10% al 21%, en definitiva, que para decirlo lisa y llanamente la Coca-Cola que se vende en los bares va a tener que subir de precio a pesar de que la venta de la misma cayó casi un 50% en el segundo trimestre de este año.

¡Sin duda la propuesta es todo un incentivo a la recuperación a un sector clave de la economía española! Por esa vía pretenden recaudar 340 millones de euros más, pues si tenemos en cuenta esa caída del consumo, quizás para conseguir el objetivo presupuestario los bares se verán obligados a doblar el precio de la zarzaparrilla. Para acabar de rematar a los bares, que durante la pandemia han agudizado el ingenio creando sistemas de catering para que la gente pueda llevarse la comida a casa, el gobierno anuncia un nuevo gravamen sobre envases de plástico a los que espera sacar 491 millones. ¡Si no quieres caldo, dos en vaso de plástico!

Google y Amazon, aliados de los pequeños comercios

Otra de las propuestas fiscales es la de gravar los servicios digitales. En este caso también es muy interesante analizar como durante la pandemia muchos se han llenado la boca alabando cómo el comercio de proximidad ha realizado un esfuerzo titánico de digitalización y ha abierto canales para la venta online de sus productos. Google, Amazon, etc. se han convertido en aliados de fruterías, pequeños comercios de moda, etc. Pues para facilitar la digitalización de los millones de pymes que hay en España en el ámbito del retail y la distribución, no hay mejor medida que gravar las plataformas que favorecen esa distribución para que estas, obviamente, repercutan ese coste fiscal sobre sus clientes, o sea la frutería, y esta a su vez en el caso de que no tire la toalla de la digitalización porque le deje de salir a cuenta nos la acabe repercutiendo a los consumidores finales.

Hay dos formas de hacer un presupuesto público. Una es pensando que gastos quiere el Gobierno que mantenga el Estado y obligando a los contribuyentes a pagar lo que sea para mantener dicho gasto, es el mismo modelo que aplicaba el Sheriff de Nottingham a orden de Juan SinTierra y es el que ha presentado Pedro Sánchez a Bruselas. El otro es adaptar la estructura del Estado a las capacidades económicas del país, pero para que eso sucediera en España el Presidente no debería de ser Pedro Sánchez ni el vicepresidente Pablo Iglesias, sino que tendría que llamarse Angela, Merkel para más señas. 

En resumen, el presupuesto garantiza a los españoles un 2021 en el que la recuperación será más difícil. Eso sí, el Estado se ha bunkerizado.