¿Qué aporta la derecha española?
Ante un ciclo electoral es bueno detenerse un instante. Es complicado, porque la guerra es total. Prima ahora ganar posiciones, cubrirse las espaldas y apuntar hacia el flanco más débil del adversario. Pero surge una reflexión. La crítica al President Artur Mas no se debe detener. Ha cometido errores. El primero, el principal, a juicio de muchos de sus propios compañeros en Convergència, y todavía más en Unió, es que se precipitó ante una gran manifestación independentista en la Diada de 2012. Él dice que no se podía obviar esa presencia masiva en las calles de Barcelona. Pero un gobernante debe saber qué quiere hacer, y aguantar la presión. Las elecciones ya le juzgarán por sus actos.
Pero debemos mirar también al otro lado. En el resto de España, en las esferas de poder en la capital, en ese Madrid magnífico, pero a veces muy miope, existe una cerrazón muy preocupante. Sin embargo, no nos dejemos llevar por la cosa catalana. No se trata de si Mariano Rajoy hizo bien o no al dejar que pasara el tiempo, sin tomar ninguna iniciativa para buscar una solución, o para «contentar» al nacionalismo, como se dice en Génova, en la sede del PP.
De lo que se trata es de saber qué aporta la derecha española al debate político en el conjunto de España. ¿Gestión?, se dirá. Puede que lo mejor en los últimos años de Rajoy haya sido ese aguante, frente a todo, a la crisis en su propio partido, frente a la presión de la Comisión Europea, para reducir el défict o frente a la bronca que le ha significado la nula respuesta al soberanismo. Pero eso es muy poca cosa como para conformarse.
Porque, ¿se es consciente de que España no funciona en su conjunto?, ¿Se aporta alguna respuesta al hecho muy anormal de que el porcentaje de conflictos de competencias entre comunidades y gobierno central, y entre gobierno central y comunidades sea el más alto en las últimas décadas? No es un problema sólo catalán, que se nutre de muchos y diversos factores, como la crisis económica, la sentencia del Estatut de 2010, y la incorporación de nuevas generaciones que se han formado en el caldo de cultivo del pujolismo.
Del PP, en cambio, sólo aparecen respuestas en negativo. Como diría Van Gaal, «nada positivo». Al PP le asusta todo, una reforma de la Constitución, una conferencia de presidentes autonómicos, incluso le asusta un discurso de Rajoy a la sociedad catalana, en abierto, no en locales con convencidos militantes.
Se ha construido mucho entre todos en los últimos 30 años, pero la derecha ha hecho poco. Quizá me equivoque. Y sabe mal. Porque no se trata de apostar por unos u otros. Hay que abandonar las trincheras de una vez. Así que la derecha española debería comenzar ya a presentar algún proyecto que ilusione, con cara y ojos, no sólo una rebajita del IRPF que no va a ninguna parte.
Ahora no es tiempo de reflexiones, pero esa derecha debería ya levantar el vuelo. Y también en Cataluña la esperan. Siempre que aporte soluciones.