Qatar, fondos, fútbol y reformas

 

La semana pasada, la asamblea general del FC Barcelona ratificó el mayor acuerdo publicitario con Qatar Foundation. Desde que se firmó el pasado diciembre, no han parado de escucharse algunas críticas. Se ha mezclado el hecho de que el Barça no debería llevar publicidad en su camiseta con otras cuestiones de la propia Qatar Foundation como que tenía vínculos con Al Qaeda, o relacionados con la naturaleza no democrática del emirato.

Estos rumores alejaron el acuerdo de su aspecto puramente comercial en un intento de politizar lo deportivo a pesar de que no hay que hacer grandes análisis de otros equipos del fútbol europeos para encontrarse aspectos parecidos. Se habló de la aportación de Qatar al Barça y se olvidó que este país, por vía de sus fondos de inversión, tiene una gran participación en el grupo Volkswagen. Empresa que por cierto es el propietario de Seat y accionista de Iberdrola, entre otras compañías.

Si analizamos porque a los qatarís les interesa tanto este deporte, sin duda la primera pista es el éxito que han obtenido con la organización del Mundial 2022. El pasado 2 de diciembre, Qatar, pequeño emirato del Golfo, con una población total de 1,6 millones (80% extranjeros), superó todos los obstáculos y a candidatos de la talla de EEUU, Australia y Japón, y consiguió ser la sede para la organización del Mundial de Fútbol el próximo 2022.

Presentó una oferta diferente, con una serie de compromisos técnicos, sociales y medioambientales orientados a defender con argumentos los factores que jugaban en su contra. Para la organización del mundial, se han puesto en marcha cerca de 70.000 millones de dólares para el desarrollo de infraestructuras y los 12 estadios. Para muchas personas de fuera de la región, esta exitosa oferta de Doha para acoger el gran evento deportivo del 2022 fue un auténtico shock.

No obstante, aquellos que critican la falta de hinchas en la región tan solo tienen que mirar hacia las grandes poblaciones de locos por el fútbol en los países cercanos a Qatar: Arabia Saudita (30 millones de personas), Iraq (30 millones), Irán (70 millones) y Egipto (77 millones). En este contexto, la Copa del Mundo de 2022 en Qatar será sin duda más accesible para los aficionados que el torneo de Rusia en 2018.

Otra pista seria la fuerte apuesta qatarí por la compra de clubs de fútbol tras las adquisiciones muy publicitadas de equipos como el Málaga o el gigante francés París Saint Germain. Todavía un tercer gran equipo podría caer en la órbita qatarí. Qatar ha ofrecido a los dueños americanos del Manchester United –los Glazer– 1.500 millones de libras. Una operación que podría cerrase en los próximos días. Seguramente habrá otras tanto en publicidad como en la compra de otros clubs.

Qatar superó a Luxemburgo como el país más rico del mundo en 2010 y es casi el doble que los EEUU. Las últimas estimaciones del FMI del PIB per cápita es de 88.221 dólares,y la cifra puede llegar a los 111.963 dólares para el año 2016.

Resulta difícil pasar por alto la incursión de Qatar en el campo de la inversión global. Su fondo soberano, la Autoridad de Inversiones de Qatar (QIA), fue creada hace muy poco, en 2005, pero su huella es grande y profunda. La QIA ha tomado participaciones en los grupos de automóviles alemanes como Volkswagen y Porsche, los bancos globales de Barclays y Credit Suisse, la Bolsa de Londres y la importante cadena británica de supermercados J. Sainsbury. E incluso ha adquirido directamente la firma, icono del lujo, Harrods. En 2009 invirtieron 32.000 millones de dólares en diversas transacciones.

El Gobierno, que no es elegido democráticamente, es muy popular entre la población qatarí. Intenta que el mundo le considere como un estado implicado en sus problemas y que quiere ser parte de la solución de muchos conflictos. Tal vez su apoyo decidido a la primavera árabe y especialmente a los libios en su lucha por la libertad, aunque parecen contradictorios con su régimen, son puntos a su favor en la línea de los esfuerzos en los últimos años hacia una reforma gradual.

El modelo qatarí también tiene sus detractores, ya que asume un riesgo muy alto en una zona donde las alianzas o enemistades cambian a un ritmo muy rápido, tanto política como económicamente. Pero el pequeño estado necesita desarrollar una estrategia coherente que tenga en cuenta no solo el desarrollo económico como el eje central sino también el desarrollo de los derechos y la libertad que, a largo plazo, son las asignaturas pendientes que se deberían aprobar si quiere presentarse como un estado serio, con un un perfil político propio y ser visto como un modelo de reformas.