Puigdemont y la estabilidad
Amenazar con elecciones es fácil, lo complicado es luego ganarlas
No es tan fiero el de Waterloo como se pinta. Ni está tan fuerte como da a entender. Hasta el momento, sus fieles han votado lo mismo que sus infieles, ya sea en el Congreso ya en el Parlament. Lo más probable es que en el futuro sigan por el mismo camino, cogiditos de una mano y arañándose mutuamente con la otra.
A fin de convencer al lector, y a más de diez colegas, de que no hay cambio de rumbo, insistiré una y otra vez en que Puigdemont estaba de acuerdo en echar a Rajoy y encumbrar a Sánchez como mal menor. Él mismo lo admite.
Puigdemont estuvo de acuerdo en encumbrar a Sánchez como un mal menor
No es pues cierto, para nada, que haya fulminado a Marta Pascal como castigo por haber impuesto el criterio del PDECat al de su jefe de filas en la votación crucial que condujo a Sánchez a La Moncloa.
Si Puigdemont se hubiera opuesto firmemente a Sánchez, éste habría perdido la moción de censura… Y muy probablemente Rivera habría ganado las subsiguientes elecciones generales.
La caída de Marta Pascal
Puigdemont contribuyó, y mucho, a entronizar a Sánchez. Le convenció Pablo Iglesias, como él mismo ha reconocido. ¿Por qué no lo proclama y saca pecho? Porque prefiere que la depuesta Pascal cargue con el mochuelo de una decisión que buena parte de su electorado deplora y condena.
Si ha expulsado a Marta Pascal es por haberse resistido a diluir el PDECat en su nuevo invento político. Pascal sabía que debía ceder, pero imponía condiciones cuando Puigdemont exigía rendición incondicional. Al que discrepe, tinieblas.
Otoño será fecha clave para el independentismo: primer aniversario del 1-0 y primeros juicios
Una vez de vuelta a Bruselas en la extraña situación de ciudadano libre en Europa y perseguido por gravísimos delitos en España –lo cual le encumbra— endureció el tono. El tono. De otro modo no conseguiría hacerse oír. ¿Es todo?
Tal vez no. Veremos como andan de caldeados los ánimos del independentismo en otoño, cuando den comienzo los juicios y se celebre el primer aniversario del 1-O. Aunque estén a reventar, Puigdemont huirá como el diablo de la pérdida de la primacía en el campo independentista.
El doble juego de Puigdemont con ERC
Previsiblemente, si los sondeos no auguran una sonora victoria de su nueva formación sobre su rival Junqueras, buscará el modo de alimentar las falsas expectativas de una pronta implementación de la República pero se abstendrá de ordenar al president Quim Torra que disuelva el Parlament.
Por eso anda provocando a ERC, incumpliendo por su parte acuerdos como el del control de la radiotelevisión autonómica, a ver si se ponen nerviosos y son ellos quienes le hacen el favor de cargar con las culpas de una legislatura efímera.
El bloque independentista esta hoy tanto o más lejos de obtener la mayoría que hace un año
Sea como sea, unas elecciones autonómicas en Cataluña arrojarían un resultado similar al de las anteriores. El bloque independentista está hoy tanto o más lejos que un año atrás de obtener la mayoría social que justificaría un cambio de rasante.
Gajes de la democracia: mientras la mayoría no sea incontestable y la oposición social no se diluya, el independentismo quedará estancado. Que retroceda es difícil, de no mediar una oferta sustancial en términos de autogobierno, inversiones y financiación. Oferta que no está sobre la mesa ni se la espera.
Pedro Sánchez es muy capaz de marear la perdiz pero no dispone de margen de maniobra para afrontar el problema de cara mediante reformas inclusivas. Si lo hiciera, se armaría una revuelta tal que algunos de sus ministros le plantarían, empezando por el Borrell.
Así que Puigdemont podrá decidir si rompe o no con el gobierno. ¿Lo hará? ¿Dispone en realidad de una llave para provocar elecciones generales en España? Depende del grupo parlamentario del PDECat. Los pascalianos de Carles Campuzano avisaron en una votación intrascendente ausentándose para marcar diferencias.
La fractura entre Puigdemont y Pascal
Si Puigdemont ordenara votar en solitario contra el PSOE, y de paso contra Esquerra, podría ser que sólo le siguieran los puigdemontistas puros como Miriam Nogueras y Sánchez siguiera con su mayoría. Ganó por 180 votos, así que le sobran 4.
Si saben que no repetirán como candidatos, ¿a santo de qué deberían los pascalianos hacerse el harakiri antes de tiempo? En un posible horizonte, tal vez no muy lejano, la posible formación de un partido soberanista catalán de centro es un grave peligro para el liderazgo de Puigdemont.
ERC aguanta. La CUP, al acecho, denuncia la inanición y el verbalismo de Puigdemont. Soñar con elecciones es fácil. Amenazar con elecciones es fácil. Ganarlas luego es bastante más complicado.