Puigdemont, Junqueras o Cameron, ¿y el castigo a la irresponsabilidad?
Sin castigo. No pasa nada. Se puede arruinar una empresa, se puede hundir un banco histórico de 158 años de historia como Lehman Brothers, pero apenas ha habido castigos para nadie. En esos casos, existe una legislación, muchos abogados e interpretaciones distintas de los delitos que se hayan podido cometer. Y es cierto que puede suceder que la gestión realizada se considere exenta de castigo. Pero, ¿qué pasa con la gestión de los políticos? ¿Por qué se arropan con el concepto de democracia, y no asumen actos de una enorme irresponsabilidad?
En Cataluña se vivirá en los próximos meses una gran tensión porque los dirigentes políticos soberanistas tratarán de sacar adelante un referéndum sin tener las competencias para ello. Ni existe una mayoría social, ni un Estado se puede permitir que se vulnere la ley con tanto descaro. En las elecciones del 27 de septiembre de 2015, el soberanismo no llegó al 48% de los votos. No vale la excusa de una exigua mayoría parlamentaria en escaños. ¿Tanto cuesta entenderlo?
David Cameron es un claro ejemplo de irresponsabilidad, que debería tener castigo. No basta con la responsabilidad política, con abandonar el cargo, y dejar el marrón a otro, en este caso a Theresa May. No se aborda esta cuestión, porque se entra en derroteros complicados. Pero, ¿se puede convocar un referéndum para salir de una organización tan compleja como la Unión Europea, que hipoteca el futuro de todos los ciudadanos? Como decía Joan Capri, «el amor se va, pero ella se queda». Cameron se fue. Seguirá pasando buenas vacaciones en Lanzarote, pero el problema se queda y el Reino Unido tratará de gestionar una situación imposible, sin gente preparada, sin nadie capaz de saber qué se debe hacer en un caso tan difícil.
En el caso de Carles Puigdemont y Oriol Junqueras se ha llegado al mismo punto. ¿Cómo se puede pensar que todo el problema se resolverá apelando a los ciudadanos, para que salgan a la calle y presionen a las instituciones europeas? Eso se llama populismo, el peor populismo, y no tiene nada de democrático. Es justo lo contrario a la defensa de la democracia.
Los dos mandatarios están a tiempo. Pueden convocar elecciones y rectificar. Buscar un gobierno que gestione bien, y que reivindique las competencias que le ha usurpado el Estado, si es que es así. El gestor político, más allá de la cuestión penal si comete determinados delitos ya tasados, debería ser castigado por sus acciones irresponsables.
En Cataluña no hay un choque de legitimidades entre el parlamento, y el Gobierno del estado. Hay una revolución en curso, una acción contra el estado, contra muchos catalanes, por ejemplo, que no quieren saber nada del referéndum ni de la independencia. No existe «el pueblo catalán» frente al resto, sino un proyecto de dirigentes independentistas contra la legalidad.
Más allá de las inhabilitaciones por cargo público se debería pensar en cómo se castiga la irresponsabilidad política tan evidente.