PSOE, tormenta perfecta, oportunidad única

A raíz del debate de ATRESMEDIA, se ha desatado una cacería contra el PSOE desde los otros tres partidos que pugnan por la victoria. Existe un pacto no formulado explícitamente. Los demás partidos piensan que es el sitio de donde se pueden rascar más votos, habida cuenta de que existe un consenso de que, a estas alturas de la campaña, es el partido que menos defensas tiene.

Sigo con mis estudios callejeros. Casi todos mis interlocutores coinciden en un diagnóstico que he hecho mío. Pedro Sánchez no termina de llegar y además se ha asentado la creencia de que ejerce un liderazgo débil en su partido.

Volvamos a la raíz de todas las incógnitas de esta campaña. Las últimas encuestas coinciden en que hay un cuarenta por ciento de votantes indecisos. Una parte de ellos puede responder al voto oculto –electores que han decidido su voto pero no lo quieren desvelar– como viene sucediendo en los últimos procesos electorales.

Ese voto oculto suele tener una motivación vergonzante que se acentúa, a mi juicio, en los dos partidos tradicionales. Quienes piensan votar al PP son fieles a ese partido pero no quieren que se sepa. Fundamentalmente por el peso de la corrupción. Su duda puede oscilar a la alternativa de Ciudadanos, sazonada por un cierto aire de inexperiencia en el partido de Albert Rivera. Esos votos difícilmente irán a parar al PSOE.

En otro porcentaje de indecisos más situados en la izquierda o en centro izquierda, la memoria y la imagen acuñada del nefando zapaterismo, probablemente obligue a guardar en secreto el voto socialista hasta que se meta en la urna.

En los últimos días se está asentando la creencia de que los medios están siendo injustos con el PSOE; Pedro Sánchez no encuentra quien apueste por él en las tertulias y en las páginas de los periódicos. Se cree que se está favoreciendo la opción de Podemos por la izquierda y de Ciudadanos por la derecha. Se intuye un cierto pacto de todos, del PP, de Ciudadanos y de Podemos para desangrar a los socialistas. Si esto realmente fuera así, el gran ganador de esta situación sería sin duda Mariano Rajoy.

Si esta sensación se generaliza, podría producirse un efecto boomerang. Que muchos indecisos salieran en defensa de quien está siendo tratado injustamente. Atentos.

Hay un segundo aspecto a considerar.  El PSOE, a pesar de que se ha deslizado por una pendiente de pérdida de votantes, sigue siendo un partido muy arraigado en zonas importantes de España. Andalucía y Cataluña fueron claves tanto en las victorias de Felipe González y de José Luis Rodríguez Zapatero.

Es verdad que los socialistas catalanes están en horas bajas, pero debemos recordar que tradicionalmente los resultados socialistas son mejores en Cataluña en las generales que en las autonómicas. Por otro lado, en Andalucía y Cataluña, el PP no ha podido ganar nunca y en el caso de Cataluña su debilidad es notoria.

El PSOE ha conseguido parar al PP en Valencia, que es otra de las comunidades que más densidad de voto proporcionan al Congreso de los Diputados junto con Madrid, Barcelona, Sevilla y Alicante.

Las ciudades pequeñas y las circunscripciones con pocos escaños, que son muchas, vaticinan una resistencia de los dos partidos tradicionales frente al ascenso de los emergentes. Ciudadanos y Podemos, cada uno por su lado, tienen gancho en las zonas urbanas y en la España más modernizada.

Está claro que el PSOE está siendo azotado por una tormenta perfecta, con olas que le sacuden a babor y a estribor. Esta situación complicada puede tener su corolario si Pedro Sánchez vuelve las baterías que le atacan por todos los lados y consigue una polarización de la campaña arraigando la idea de que su partido es el único que puede sacar a Rajoy de La Moncloa. Volvemos al viejo sueño del voto útil que suplica a quienes han abandonado el PSOE para que hagan un esfuerzo renovado de confianza. Una especie de «voten con una pinza en la nariz pero háganlo para que Rajoy no siga en La Moncloa«.

Personalmente pienso que se está siendo injusto con el PSOE, sobre todo desde algunos medios de comunicación. Ha cuajado la cantinela de «la herencia recibida», que incluso ha exculpado en parte a Rajoy por incumplir sus compromisos electorales. Y también da la sensación de que las responsabilidades políticas del PSOE no caducan nunca.

Estoy convencido de que el debate entre el presidente del Gobierno y el líder del PSOE va a ser definitivo. Mediáticamente va a dejar fuera de pantalla a los otros dos partidos cuando sólo falten seis días para la votación. Si la tónica dominante en la sociedad clama la renovación de líderes, Mariano Rajoy es la única momia en el escaparate electoral. La propia filosofía de su campaña y la ausencia en los anteriores debates evidencian una campaña a la defensiva («España en serio»), buscando el voto conservador y de resistencia que se sitúa en los electores de más edad.

Creo que ese debate va a ser definitivo. Si lo pierde Pedro Sánchez se podrán cerrar las taquillas de apuestas. Si lo gana claramente, la final de esta liga puede ser apasionante y puede deparar muchas sorpresas.