PSOE, sin ética no hay política
Cuanto más tarde el PSOE en dar marcha atrás a la histórica decisión adoptada este domingo por su Comité Federal, de facilitar la nueva investidura de Mariano Rajoy como presidente del gobierno a través de la abstención de sus parlamentarios, más tardará el PSOE en recuperarse y, lo que sin duda es mucho más importante, más tardará España en recuperar una mínima normalidad política, con la recuperación no del bipartidismo sino de una mínima posibilidad de verdadera alternancia democrática.
Porque de una sola tacada, y sin que el PP haya tenido que hacer nada, tras el golpe de mano iniciado el 1 de octubre contra Pedro Sánchez y culminado este domingo, el PSOE no sólo se ha convertido en el cooperador necesario para garantizar la continuidad de Rajoy y el PP en el gobierno de España sino que ha reducido a la mínima expresión sus posibilidades reales de ejercer de oposición en las Cortes y, por tanto, de poder seguir siendo la alternativa al PP.
Más aún, el PSOE puede quedar sometido de forma indefinida al abrazo del oso del PP, condenado al sinsentido de seguir absteniéndose «por responsabilidad» mientras Rajoy, e incluso quien pueda sucederle en el futuro, siga imponiendo sus políticas conservadoras y de recortes sociales, y siga asimismo sin pagar políticamente por sus prácticas corruptas tan generalizadas.
José María Valverde recordaba que «nulla aesthetica sine ethica» –es decir, que no hay belleza sin ética. Tampoco sin ética hay política. Como mínimo, sin ética no hay política digna de este nombre, igual que tampoco puede existir belleza de verdad sin ética. La decisión del Comité Federal del PSOE tal vez puede tener alguna explicación racional, aunque se me hace muy difícil hallarla, pero no tiene ni tendrá jamás una justificación ética.
Con su abstención el PSOE incumple el compromiso público tomado con sus votantes, expresado con gran firmeza tanto en las elecciones del 20-D como en las del 26-J e incluso reiterado más tarde, hasta que su Comité Federal renunció a aquel compromiso de hecho ya el 1 de octubre, y por ello obligó a dimitir al único secretario general de toda su historia elegido por el voto libre y directo de los militantes. Lo sucedido este domingo ha sido la ratificación de todo ello. Un acto éticamente insostenible, supuestamente hecho por «responsabilidad política» pero de consecuencias irresponsables.
La gestión política de esta nueva etapa en la historia del PSOE no será nada fácil. Se ha visto en un Comité Federal que prueba que incluso entre la máxima dirigencia socialista existen numerosas voces contrarias a la decisión adoptada, más allá de la abierta y noble disidencia del PSC.
Se ha visto también en las resoluciones tomadas por muchas agrupaciones socialistas de toda España y, a lo que parece, por las más de 93.700 firmas de militantes socialistas que exigen la convocatoria extraordinaria y urgente de un Congreso Federal del PSOE. Por el bien no ya de los militantes y votantes socialistas sino del conjunto de ciudadanos españoles, sería deseable que esta convocatoria fuese realmente urgente. Y que lo fuese para celebrar un Congreso Federal, no para realizar un Congreso Funeral.
Pedro Sánchez lo ha dejado escrito sin ambages: «Pronto llegará el momento en que la militancia recupere y reconstruye su PSOE. Un PSOE autónomo, alejado del PP, donde la base decida. Fuerza». Espero y deseo que esto se cumpla más pronto que tarde. No sólo por el PSOE sino también por el conjunto de la sociedad española. Porque sin ética no puede haber política de verdad.