La empresa Promotora de Industrias Gráficas (Promotoraig) ha sido incapaz de superar la suspensión de pagos que instó en 2012 y un juzgado de Barcelona acaba de decretar su liquidación y disolución. Las fuertes pérdidas acumuladas en los últimos ejercicios han consumido los recursos propios y la firma carece de futuro. Promotoraig está controlada por Rodolfo Hernández Villamide.
Curiosamente, mientras se ventilan las últimas secuelas de este lance mercantil, Luis Hernández de Cabanyes, hijo de don Rodolfo, atraviesa una situación de la misma índole. En efecto, su inmobiliaria Renta Corporación suspendió pagos hace pocas semanas, tras protagonizar un proceso único en los anales concursales catalanes, consistente en el logro de tres refinanciaciones sucesivas de la banca, todas ellas saldadas con millonarias daciones en pago.
Ya a las puertas de la insolvencia, Luis Hernández trató de negociar un cuarto balón de oxígeno. Pero las entidades estaban hasta el gorro, dijeron basta y Renta se desmoronó como un castillo de naipes. Se hacen cábalas sobre si Renta superará el bache o acabará sus días echando la persiana, como Promotoraig. La supervivencia, en todo caso, se presenta harto complicada.