Prohibido seguir perdiendo el tiempo un año más

Es posible que ya haya dejado de fumar. Incluso que haya iniciado la operación bikini para aliviar los excesos culinarios navideños. No sería de extrañar que entre los buenos propósitos para 2014 se incluya una mejora de su formación en idiomas o en su profesión u oficio. Es lo habitual y casi nadie se escapa de tomar como referencia una fecha para darle un vuelco a su existencia, aunque sea sólo una mínima sutileza. El inicio de un año es la más emblemática de todas ellas, de ahí que durante horas nos deseemos lo mejor entre familiares, amigos, incluso conocidos (que diría Josep Pla) para la nueva etapa que encaramos.

Con el tránsito del año, en lo político se han producido algunos brindis entusiásticos entre quienes piensan que Catalunya cambiará de fisonomía jurídica en 2014. También, entre quienes opinan que Artur Mas ha pronunciado su último discurso navideño como presidente de la Generalitat.

Venimos de un año en el que las cuestiones relativas al futuro de Catalunya han ocupado mucho espacio del debate político y, en consecuencia, de los vaivenes de la opinión pública. No hay que hacerle ascos al debate soberanista abierto por Mas y sus socios parlamentarios, sencillamente basta con situarlo de manera adecuada en el contexto y en el interés que posee.

 
Ni Catalunya ni el resto del país pueden tolerar más pérdidas de tiempo y energía

Lo que sería intolerable para 2014, y eso debe inscribirse en nuestro bloc de buenos propósitos, es continuar como hasta la fecha: con un silencio mortuorio sobre el resto de debates políticos que nos afectan. Por ejemplo, en Catalunya, cómo se está gobernando, con qué eficacia, transparencia y resultados. En el resto de España convendría que el tema catalán no tape los muchos déficits de un gobierno como el de Rajoy que sigue sin convencer sobre su capacidad de gestión. Un Ejecutivo que involuciona en las libertades personales como el aborto; que sigue planteando las reformas económicas de manera cosmética y con el punto de mira del favor en sus ángulos de administración; un gobierno, en definitiva, más que mejorable.

Ni Catalunya ni el resto del país pueden tolerar más pérdidas de tiempo y energía
en este año que arrancamos. Hay demasiados frentes abiertos que, con independencia de la postura que cada cual tenga sobre el debate de marras, nadie podrá negar que poseen una importancia capital para el futuro colectivo.

Aquí y allá, en Barcelona o en Madrid, seguir utilizando la eventual independencia de Catalunya como una gran cortina de humo para tapar las vergüenzas políticas del país acabará pasando a la historia como un grave error y sus protagonistas no serán ajenos a ello. Pónganse pues a dialogar, a gestionar y a mejorar la vida de la ciudadanía, que esa es, en última instancia, su misión democrática.