Programas europeos

Muchas instituciones comarcales y municipales de Cataluña están estos días colapsadas preparando dossiers para concurrir a los Fondos europeos de desarrollo regional (FEDER) –Eje 4 de sostenibilidad y Eje 6 de turismo y promoción económica- y a los nuevos Planes de especialización competitiva territorial (PECT) con una función de impulso tecnológico e industrial focalizado. Por varias razones, me llega información sobre los mecanismos y metodología empleados para confeccionar los proyectos, y tengo que confesar que en general ambos son francamente mejorables.

Hay una debilidad crónica de las instituciones supralocales a la hora de poder liderar proyectos coherentes por un territorio. Y entonces se suele caer es lo que es más fácil, que es promover una suma de las demandas inconexas que puedan hacer los diversos ayuntamientos o instituciones que quieren concurrir. Y normalmente esto va acompañado por un tipo de obligación para que el maná europeo llegue a todos los municipios del territorio. En estas circunstancias se produce un minifundismo de iniciativas que probablemente sirvan a los alcaldes respectivos para sanear algún aspecto de su municipio, pero en cambio se habrá perdido la oportunidad para que el conjunto del territorio apueste por una inversión potente y rupturista, que aunque esté radicada en el lugar A o en el lugar B, acabará repercutiendo de verdad en un impacto social y de crecimiento en toda la zona, y la situará dentro de los mapas.

Pero para poder enfocarlo de una manera más eficiente se necesita un cierto consenso que el mecanismo es bueno, que es mejor concentrarse en una demanda y poner en el calendario para nuevas ayudas a las otras cuestiones. Pero sobre todo se debe realizar una reflexión estratégica sobre el territorio, consensuada por los agentes socioeconómicos y académicos, las instituciones y los partidos políticos. Y no improvisar.

Estas reflexiones en Cataluña se han hecho a escala global en 2008 con el Plan nacional de Investigación e Innovación. Y más tarde se han adapado las nuevas directrices europeas con el RISS3. Pero hay territorios que hace tiempo que hicieron este trabajo. El primero fue El Camp de Tarragona, liderado por la Universitat Rovira i Virgili, y allá tuvieron claro que apostaban por la química, el turismo y la enología. Más tarde se hizo una reflexión similar en Girona.

En la Cataluña Central, financiado por el Departamento de Universidades y Empresa a instancia de las patronales y los sindicatos, la consultora Innopro redactó, en el 2010, la «Estrategia para el Sistema de Innovación Territorial en la Cataluña Central». En las conclusiones en el Bages se recomendaba potenciar tres clústeres: «Materiales Avanzados (especialidad del CTM y varias industrias metalúrgicas), TIC (con énfasis con TIC sanitaria), y Medio ambiente (reciclaje de residuos industriales, en CTM, Pont de Vilomara y Empresa pública del agua»).

Seis años más tarde, después del RISS 3 y de los nuevos retos aparecidos en el escenario internacional es más necesario que nunca que todos los territorios realicen reflexiones estratégicas que se alineen con los objetivos innovadores de Europa y que sepan reforzar sus fortalezas, que en cualquier caso siempre serán escasas.

Macedonia

Después del numerito de la CUP, queda claro que para ciertos pseudorevolucionarios es más importante mantener caldeada la afición en una lucha falsamente revolucionaria, que lograr la revolución. En estos momentos, y ante las nuevas elecciones españolas lo más rupturista es el proceso de emancipación catalán, porque significa tanto un cambio de régimen como un cambio de Estado. Con estas premisas es posible plantear una reforma del sistema. Y quizás algún revolucionario de verdad podría intentar un cambio de sistema.

La maniobra de la CUP ha acabado teniendo efectos reaccionarios: 1. Asusta al sector moderado de la base convergente que encuentra excusas para frenar el proceso. 2. Da carnaza al españolismo recalcitrante y de derechas con la idea que Cataluña está en manos de los radicales. 3. Alimenta en votos -ya se verá el 26 J- a Podemos, que representa una esperanza de cambio para la periferia de la península, pero que en Cataluña actúa como un freno a la ruptura.

Digámoslo claro: a pesar de que la gran coalición PPSOEC’s -que de facto mandará en España de aquí dos semanas- tilde a los de Podemos de peligrosos chavistas, se limitan a presentar un programa reformista dentro del régimen. Ni siquiera cuestionan la monarquía. Esto es lo que da de sí el Estado español mientras no se desconstruya.