Primero investir, luego ya veremos

La agenda secreta entre Sánchez y Junqueras contempla, a buen seguro, que el líder en Waterloo no goce de ventajas frente el líder encarcelado

A un lado de la mesa, los escuderos de Pedro Sánchez se las ingenian para ofrecer algo sustancial a los de Oriol Junqueras sin sufrir consecuencias irreparables a causa de las dentelladas del PP, los socialistas más críticos con el independentismo y los medios de derechas, que a estas alturas son casi todos.

Al otro lado de la mesa, ERC negocia a dos niveles. La agenda secreta, que no sólo no saldrá a la luz sino que va a ser de muy difícil cumplimiento. Y el modo de presentar, vestir o disfrazar el acuerdo a fin de soslayar o paliar las embestidas de JxCat.

A un lado de la mesa, Pedro Sánchez se proponía una negociación corta, al estilo de la que condujo a la velocidad del rayo al abrazo con Pablo Iglesias. Intentaba así, forzando el calendario, acortar el período de críticas y descalificaciones por pactar con el diablo catalán y pasar a gobernar con la perspectiva de la estabilidad para toda la legislatura.

Al otro lado de la mesa, Oriol Junqueras intenta amarrar la presidencia de la Generalitat para Pere Aragonès, su alter ego sin carisma, que por eso, por fiel y algo anodino, lo ha escogido. El escollo contra el que puede topar una vez más se llama Carles Puigdemont. Por eso en la agenda secreta se contempla, a buen seguro, que el líder exiliado no goce de ventajas frente el líder encarcelado sino al contrario.

Hay más. Fuera de la mesa pero muy presentes en las mentes de los negociadores, están, por un lado el PP y por el otro el sector hoy por dominante de JxCat. Ambos experimentan una similar pero no simétrica reacción ambivalente.

El PP se va dando cuenta de su error inicial de inanición. En vez de salir de inmediato, tras la noche electoral que le reforzó a pesar de perder, y ofrecer a Sánchez una fórmula que le permitiera ser investido, Pablo Casado se desentendió del asunto clave de la gobernabilidad.

Ahora intenta subsanarlo, a medias y para cubrirse, ante la previsible acusación socialista de que si gobiernan con los malotes es por culpa suya, ya que pudiendo evitarlo negó el apoyo que tenía en su mano.

Es probable que cuanto más se acerque el día de la investidura más suba la oferta alternativa de Casado, pero siempre cuidando de que Sánchez quede a la intemperie, a precario y desprovisto de socios estables.

Sin sentarse en la mesa pero muy presente en la mente y más aún en el escaldado y temeroso sistema límbico de ERC, acecha JxCat. Animados por la pequeña tajada que sacaron tras los lamentables incidentes posteriores a la sentencia, se proponen seguir en las mismas, a ver si logran convencer a parte del electorado republicano de algo en principio inverosímil: ellos, los post convergentes se mantienen fieles mientras los de ERC son unos traidores en busca de poltronas autonómicas.

Lo curioso y casi risible del caso es que dicha estrategia, consistente en subir las apuestas sin sentarse en la mesa a fin de poner en evidencia al que realmente juega y se la juega, pretende únicamente conseguir una mayor proporción de las mismas poltronas.

En esta batalla entre independentistas pragmáticos de izquierdas e independentistas de centro revestidos de radicales, el calendario y las decisiones judiciales van a ser decisivas. Son numerosas las incógnitas que no tardaremos en ver despejadas, tanto en Europa como en la situación real de los presos dentro de poco.

Sería el colmo, en un extremo de las posibilidades, que ERC invistiera a Sánchez y luego Puigdemont pudiera presentarse en las autonómicas y Junqueras no. Aún así, lo criticable de ERC es que se avergüencen de pactar en vez de defender su cambio de rasante con la cabeza alta: hay mucho voto ex convergente que podría pasarse a ERC.

Mientras, los socialistas catalanes se friegan las manos ante el aumento exponencial de sus perspectivas. Ya van segundos y hacia arriba en las previsiones. El granero de Cs en caída libre va a ser suyo en muy buena parte. Si Sánchez les hace el favor de ahondar en la división entre independentistas, incluso pueden soñar en la primera plaza.

De ahí los dos temores de ERC. Miedo a pasar por traidores. Miedo a que, encima, Sánchez les traicione una vez investido dando alas a JxCat. En España, los pactos, los públicos y aún más los secretos, sólo se cumplen si no hay más remedio. Lo que cuenta es la correlación de fuerzas. Algo que en las actuales circunstancias va cambiando.

Sánchez se muestra prudente y cicatero con ERC pero tiene margen. Tanto en el tema catalán como en la cuestión social. Con la que está cayendo en Europa, mientras el precio de la estabilidad sea inferior al valor de la estabilidad, el Ibex y sus huestes se limitarán a acosarle en vez de intentar derribarle.