Presupuestos, elecciones y juicio
La derecha está encantada con que el independentismo enmiende los presupuestos. Y los líderes territoriales del PSOE también
Mientras Miquel Iceta denuncia la pinza del independentismo y la derecha contra el PSOE, no pocos socialistas de otras comunidades exhalan suspiros de alivio ante las enmiendas a la totalidad catalanas a los presupuestos de Pedro Sánchez.
La gran diferencia entre Iceta y un sinfín de líderes socialistas territoriales estriba en lo que uno y otros se juegan. Todo indica que el PSC ha tocado suelo y lo tiene difícil para seguir cayendo, mientras el PSOE va aguantando en todas las demás autonomías y grandes ciudades.
Iceta no tiene nada que perder por ser fiel a Sánchez, puesto que de la buena o mala fortuna del precario inquilino de La Moncloa van a depender los resultados del socialismo en Cataluña. Que los independentistas apoyen los presupuestos o por lo menos permitan su tramitación sería un alivio para una parte de los votantes catalanistas que el PSC pretende recuperar (los más españolistas no se moverán de Ciudadanos). Que ERC y el Pdecat hayan optado por el rechazo frontal no es bueno para el PSC.
En cambio, las enmiendas a la totalidad son agua de mayo, nunca mejor dicho, para la gran mayoría de los candidatos socialistas a la municipales y autonómicas. Les resultaría sumamente incómodo entrar en campaña mientras su jefe Sánchez le pone los cuernos a la sacrosanta unidad de España ensayando un aquelarre con el diablo independentista de patas de cabra. Diálogo sí, pero sin chantajes, ni cesiones ni siquiera concesiones.
Por otra parte, tampoco desean que se les eche encima el superdomingo electoral. A la vista de lo sucedido en Andalucía, donde el tripartito ahora al mando obtuvo grandes réditos de centrar la campaña en el temazo de la ruptura de España en vez de debatir sobre el futuro de los votantes, cuanto menos se hable de Cataluña en campaña, mejor para ellos. Y viceversa, cuanto más cerca ande el diablo de La Moncloa, peor para ellos. Así que le prefieren lejos, pero no tanto como para provocar la caída de Sánchez antes del verano.
Todo indica que eso es lo que va a suceder. No porque Pedro Sánchez pretenda sacrificarse a favor de los líderes de provincias, sino porque su plan es seguir adelante en lo alto de la maroma hasta que las condiciones le sean favorable para dar su propio salto electoral.
El independentismo ha actuado como quería la derecha. Probablemente en contra de los deseos, o las intuiciones, de ERC y la mitad o más del Pdecat. La carga emocional que favorece a los puigdemontistas, incrementada por la próxima apertura del juicio a los líderes del 1-O, sintoniza con los irreductibles, pregoneros del tanto monta la derecha española como la izquierda española y del cuanto peor mejor. De manera que los partidarios de dar tiempo a Pedro Sánchez se ha visto arrastrados hacia posiciones que en principio no eran las suyas.
En el interior del independentismo, los partidarios de adaptarse a los tiempos –y al tempo — temían ser desbordados por la ANC, la CUP y buena parte de los intelectuales del proceso. En estas circunstancias, el sempiterno pulso entre los postconvergentes y ERC ha impulsado a los segundos a tomar la delantera, a fin de pillar desprevenidos a sus rivales y sin embargo compañeros de gobierno y de fatigas del Junts per Catalunya.
El juego del independentismo
Sea como sea, la devolución de los presupuestos al gobierno parece irreversible, puesto que ni Sánchez ni el PSOE disponen ahora de margen de maniobra para concesiones, o simulacros de concesiones, y ni siquiera gestos conciliadores.
La derecha y sus medios están encantados de que el independentismo acerque el final de Sánchez. Les disgusta que los diputados de las dos formaciones catalanas ejerzan cualquier tipo influencia en la política española pero claro está aunque no lo reconozcan: prefieren que dicha influencia les favorezca, como así ha sido.
La combinación de la precampaña de las elecciones municipales y autonómicas con la apertura del juicio oral ha resultado letal
Lo titulares son inequívocos: el secesionismo asfixia a Sánchez, le acorrala, le atornilla, se apresta a tumbarle el presupuesto, etc. Para PP, C’s y Vox mejor eso, mucho mejor, que permitir siquiera la tramitación de los presupuestos. Es cuestión de tiempo, no de fondo. Cuanto antes Sánchez se vea obligado a disolver las cámaras, peor para él y mejor para todos los demás.
La combinación de la precampaña de las elecciones municipales y autonómicas con la apertura del juicio oral ha resultado poco menos que letal para este presidente del gobierno que dedica ímprobos esfuerzos a posponer su cita con una amante tan imprescindible como peligrosa como son las urnas.
Por ahora, las expectativas van por aquí. Ni presupuestos ni superdomingo electoral. Después de las elecciones, dictadas las sentencias, las tornas pueden cambiar: Pedro Sánchez sí dispondrá del margen de maniobra que ahora le inmoviliza. No descarten para más adelante la aproximación que las actuales circunstancias imposibilitan.