Presidente de presidentes
Sánchez no podrá apuntarse el pleno de la conferencia de presidentes por la ausencia de Torra
No es el Rey de Reyes pero aspira a serlo. No le basta con intentar engañar a todos al mismo tiempo, saltarse las normas que él mismo exige a los demás y atribuirse méritos ajenos. Aspira a perpetuarse en el poder valiéndose de las prebendas que pueda ir ofreciendo a cambio de alianzas explosivas con socios antisistema o conspiradores contra la Constitución.
Así es Pedro Sánchez. Volvió de Bruselas envuelto en una nube de aplausos de sus incondicionales. Los mismos que no tuvieron reparo alguno en saltarse el aforo pactado en el Congreso para garantizar en el hemiciclo la distancia debida, con tal de seguir instalados en la ovación permanente el líder. Una imagen reverencial de otros tiempos y regímenes.
Si el halago debilita, la ovación, en el caso de Sánchez, avala su propaganda. Aunque nada tenga que ver con la realidad. La imagen de los diputados socialistas, apiñados en el hemiciclo, habrá extrañado al turismo europeo y a esos gobiernos de nuestro entorno que prefieren de momento ponernos vetos porque no se fían de nuestra situación sanitaria. Quizás porque también recelan de nuestros datos oficiales.
Pero aquí, en este país, no pasa nada. Los mismos que aconsejan a la población que mantengamos la distancia necesaria para no propagar el maldito virus, se apelotonaron en el Congreso para ovacionar a quien fue a Bruselas a pedir ayuda financiera. La consiguió gracias a la conservadora Angela Merkel. 140.000 millones que no suponen un cheque en blanco y que habrá que saber administrar y repartir. Y la mitad, devolver con condiciones.
No importa. El mérito se lo arrogó él. Se lo puede permitir porque la calle de las manifestaciones progresistas está de su parte. Ovación y vuelta al ruedo. Aplausos al Gobierno que peor ha gestionado la pandemia. Aplausos al país que ha registrado la peor evolución de contagios de Europa en los dos últimos meses. Aplausos a la pérdida de más de 45.000 seres a los que se los llevó por delante el corona virus. Aplausos a la pérdida de un millón de empleos en el segundo trimestre.
Se podría decir que Sánchez está en estado de gracia. Y aunque a media España le gustaría verle derrotado en una moción de censura como la que le ha anunciado Vox, la fragmentación de la derecha le beneficia. La gran paradoja. Su gestión de la pandemia ha sido nefasta, tardía e improvisada. Y la mentira se ha instalado como la mejor herramienta de comunicación oficial. En cada comparecencia los portavoces se desdecían de la anterior.
Resulta que los Reyes Magos son los padres. Pero no pasa nada
Ahora sabemos que el comité de expertos nunca existió. El propio Sánchez se refería a ellos, durante meses, como el oráculo encargado del desconfinamiento. Los que quitaban y ponían fases. Los que premiaban o castigaban a las comunidades autónomas. Los que amarraron a Madrid con las restricciones más tiempo de lo debido.
Precisamente por ser el PP el más afectado por los criterios de aquella comisión clandestina, no ha parado hasta esclarecer la verdad, recurriendo al Defensor del Pueblo. Y ha cantado la gallina. Los expertos anónimos cuya identidad no se facilitaba para preservar su intimidad, contraviniendo las normas, no existieron como tales. Era el Ministerio quien examinaba a las comunidades. Lo ha reconocido ahora el propio Gobierno. Resulta que los Reyes Magos son los padres. Pero no pasa nada.
Cuando se empiecen a conocer las condiciones del fondo de la Unión Europea (gracias, Merkel; gracias, Emmanuel Macron) tendrán que adoptar medidas impopulares. Y la ansiada derogación de la reforma laboral de Mariano Rajoy tan perseguida por su socio de Unidas Podemos y pactada con EH Bildu, tendrá que macerar en la alacena del olvido.
El presidente de Aragón, Javier Lambán, lo reconoció entrevistado en Cope: el debate sobre la reforma laboral, dadas las circunstancias, queda aplazado “sine die”. Pero no pasará nada. Podemos se va hundiendo por deméritos propios y Sánchez va recogiendo esos frutos. La mayoría parlamentaria está de su lado porque su complacencia con los nacionalismos le permite amarrar alianzas antinaturales.
No se podrá apuntar el pleno de la conferencia de presidentes con la ausencia de Quim Torra. Pero sabe que le prefiere a él que a la alternativa de la derecha. La moción de censura de Vox le atornillará a La Moncloa. Qué más da que la vaya a presentar Santiago Abascal o la víctima superviviente del secuestro más terrible a manos de ETA: José Antonio Ortega Lara.
La inventiva tratará de erosionar a Pablo Casado. Pero quien resultará favorecido será Sánchez. De nuevo. Y este país, en septiembre, seguirá teniendo que examinarse de la asignatura pendiente: la recuperación. Buscando el equilibrio entre la seguridad sanitaria y el impulso económico. Y sin plan.