‘President’ inhábil
De ser futbolistas y no políticos, Artur Mas jugaría en primera división, Carles Puigdemont en segunda y Quim Torra en el equipo de padres del colegio
Una de las diferencias más notables entre el futbol y la política señala que en el deporte rey cada jugador está poco más o menos donde le corresponde, con pocas excepciones o ninguna. En política, en cambio…
De ser futbolistas y no políticos, Artur Mas jugaría en primera división, Carles Puigdemont en segunda y Quim Torra en el equipo de padres del colegio. No es creíble que ni el inhabilitado crea otra cosa de sí mismo ante el espejo de su intimidad.
Más vale no opinar sobre si debería haber aceptado ser president de Cataluña o haber declinado por considerar que ser la cuarta opción de Puigdemont –¡la cuarta!– para sucederle, que iba de relleno en la lista de JxCat y encima que no estaba preparado para ejercer la presidencia con un mínimo de destreza. Allá cada cual con sus ilusiones y sus vanidades.
En política, como en la vida pública, no se deben juzgar a las personas como tales sino en relación a su cargo. Es probable que la mayoría de ustedes, lectores, no lleguen a saber jamás si son tan buenas personas como todos tendemos a considerarnos.
Por poner un ejemplo próximo a los protagonistas actuales del catalanismo. Si Jordi Pujol se hubiera dedicado siempre a los negocios, su confesión sobre el dinero oculto en Andorra no tendría la menor importancia y, por supuesto, no hubiera causado un trauma desolador en amplios sectores de la sociedad que asociaban y, a pesar de las que han caído, siguen asociando catalanismo y ejemplaridad como si de las dos inseparables caras de una moneda de oro se tratara.
Precisamente uno de los últimos torpedos en dar contra la línea de soldadura de dichas dos caras fue la designación de Torra por parte de Puigdemont. Torra se confiesa noucentista y como todos deberíamos saber, el lema de tan esforzados adeptos al movimiento cultural y político que elevó Cataluña hasta el cielo de la imposible perfección se refiera a la “obra bien hecha”…
…A cargo, claro está, de los mejor preparados, ya que los grandes resultados no suelen ser obra y mérito de los que no están capacitados para obtenerlos.
Torra puede presumir, no enorgullecerse, de haber sido un fiel servidor a Bruselas
O sea, que la responsabilidad es de Puigdemont, porque eligió a Torra a posta a fin de que no le hiciera la desagradecida sombra que él mismo había proyectado y sigue proyectando con sumo desagradecimiento y desacato sobre Artur Mas.
De ahí que la premisa para valorar la presidencia de Torra no esté tanto en sus actos sino en el hecho mismo de su designación: si, con las mismas convicciones, se hubiera tratado de alguien, supongamos incluso un político, competente, preparado, apto, experto, capaz, rápido, en una palabra hábil o por lo menos coherente, tal vez hubiera sido igualmente inhabilitado o compartiría exilio o celda con sus afines.
Inhabilitado, sí, pero no por inhábil, timorato e incoherente en sus actitudes y decisiones, sino por algo que pudiera figurar en los anales sin avergonzar a propios y extraños. La pancarta de marras, o persistes en el desafío y la mantienes con todas las consecuencias, o la descuelgas a la primera de cambio, no a la segunda.
Tal actitud contradictoria es la constante de un president que al poco tiempo de comprometerse a culminar la DUI (Declaración Unilateral de Independencia), llamaba a la resistencia en la calle a unos grupos juveniles mientras mandaba a los Mossos a reprimirles con la máxima dureza o era incapaz de impedirlo o pedir luego responsabilidades.
La culpa no es suya, o lo es solamente en la medida en la que cedió a este pequeño gran ego que todos llevamos dentro. No sólo Cataluña y España sino Europa y el mundo entero funcionaría mucho mejor si todos fuéramos capaces de descender un escalón en vez de aprestarnos a subir cuántos se nos presenten sin pensarlo ni por un momento.
Una vez puesto en lo alto, si en algo ha sido coherente Torra es en la obediencia Puigdemont. Más aún que un presidente vicario, no títere como le acusan desde la oposición porque un títere bien movido no hubiera cometido tales torpezas, Torra puede presumir, no enorgullecerse, de haber sido un fiel servidor a Bruselas.
Las circunstancias requieren grandes dosis de preparación, capacidad y habilidad
Fiel hasta el último minuto, incluso a costa de su propia imagen. Si en algún momento planeó un desplante simbólico final (sin el menor riesgo de volver a topar con una justicia de sobras conocida, claro), cambió de opinión sobre las elecciones en cuanto el jefe le hizo saber algo que por sí mismo no había ni sospechado, que necesitaba tiempo para consolidar JxCat como partido.
Y así andamos, penosamente discutiendo sobre si unas elecciones por completo degradadas deben de celebrarse unas semanas antes o después. Como si lo importante fuera la fecha y no la preparación, la capacidad, la habilidad de los candidatos en unas circunstancias en la que se requieren grandes dosis de todas ellas. E incluso de inteligencia.