Presente y futuro del PSC

En la ya larga historia de los congresos celebrados por los socialistas catalanes, desde la culminación en 1978 de su proceso de unidad y, por tanto, de la constitución del actual PSC, jamás se había celebrado un congreso tan tranquilo como el que ha tenido lugar el pasado fin de semana en Barcelona.

Sin duda han contribuido a ello factores de todo tipo: endógenos, ya que la renovación de Miquel Iceta como primer secretario se había decidido previamente en primarias frente a Núria Parlón, y también exógenos, porque nadie ha cuestionado la firmeza de la oposición a facilitar la investidura de Mariano Rajoy y, por consiguiente, de unanimidad frente a las medidas disciplinarias que la comisión gestora del PSOE pueda imponer a los parlamentarios díscolos y, más allá, incluso al conjunto del PSC.

Miquel Iceta ha reforzado en gran medida su liderazgo político interno y externo, dentro y fuera del partido, dentro y fuera de Cataluña. No ha utilizado este liderazgo indiscutido para someter a las minorías pero tampoco se ha dejado condicionar en exceso por ellas. Cuenta, pues, con un equipo ejecutivo tal vez excesivamente amplio pero de calidad, que acoge sensibilidades políticas muy diversas pero donde no parece que pueda haber lugar para disensiones graves.

Ha habido un relevo generacional indudable, pero sin renunciar a la solidez de la experiencia y la veteranía. Y el PSC se ha rearmado programática e incluso ideológicamente, con una apuesta muy clara por el reformismo socialdemocrático renovado y abierto a las nuevas fuerzas progresistas y de izquierdas surgidas como respuesta a la gran crisis económica, social, territorial, institucional, cultural y política vivida durante estos últimos años.

Mientras en el PSOE los gestores provisionales no atinan a alcanzar un acuerdo de mínimos para salir de la situación creada con el único objetivo de impedir que Pedro Sánchez fuese investido presidente de un gobierno de amplio espectro de centro-izquierda con suficientes apoyos sociales y territoriales, el PSC se ha puesto a andar de nuevo.

Si los gestores provisionales del PSOE, y en especial quienes mueven sus hilos, desatienden con desdén la oferta fraternal del PSC de seguir trabajando juntos, demostrarán su incapacidad para comprender la realidad política, cultural, económica y social de Cataluña. Porque, ¿qué capacidad política para resolver el grave problema planteado por el independentismo catalán pueden tener quienes parecen ser incapaces de dialogar y acordar con el socialismo catalán en el seno del PSOE?

La única manera de que un partido siga siendo útil a la sociedad a la que se debe es saber adaptarse a su evolución, evidentemente sin que ello le obligue a renunciar a sus principios. El PSOE ha sabido hacerlo a lo largo de su ya muy larga historia, adaptándose al paso de los años, en circunstancias en muchos casos adversas. También lo ha hecho el PSC, con una historia aparentemente más breve pero que cuenta con antecedentes tan añejos como los del PSOE.

Los cambios vividos durante estos últimos años –la globalización, la crisis económica, la casi extinción de la clase media, la irrupción de las tecnologías más innovadoras, la creación de auténticas sociedades mediáticas, el reto de los nacionalismos reconvertidos en movimientos secesionistas, los cada vez más potentes fenómenos populistas…- no son modas más o menos fugaces o pasajeras; han venido para quedarse y requieren respuestas inteligentes.

El PSC, en su congreso, ha dado un firme paso desde el presente hacia el futuro. Pretender cualquier regreso al pasado no es más que auto engañarse e intentar engañar a los demás.