Predicción constitucional

En el contexto político actual, antes habrá en España una nueva constitución que una reforma en profundidad de la vigente

Miquel Roca Junyent, el más inteligente de los padres de la Constitución, es el primero que la empieza a vislumbrar, no como un cerrojo a las reformas que conduzcan España a ser un país más inclusivo equilibrado, plural e igualitario, sino como un muro frente a la involución que se nos viene encima.

Balances de los cuarenta años de vigencia de la Carta Magna los hay para todos los gustos. No es ocioso constatar, sin embargo, que los últimos cuarenta años son los de mayor estabilidad y crecimiento en los últimos siglos de la historia española.

La Constitución del 76 es un documento flexible e interpretable

La Constitución de la década de los setenta del siglo XIX duró más, es cierto, mucho más, pero si consideramos que aquel régimen era una democracia manipulada y caciquil con elecciones amañadas; que su gran valedor, Antonio Cánovas murió en un atentado terrorista después de veinte años de promulgarla; y que fue suspendida por el dictador Miguel Primo de Rivera, deberemos descartarla como ejemplo o precedente de modernidad.

Por las circunstancias de su redacción y por ser fruto de un pacto –forzado o forzoso, el resultado es el mismo— la Constitución del 76 es más abierta y ambigua que otras. Por su naturaleza es flexible e interpretable. Es innegable que España podría haber evolucionado de modo muy distinto sin reformar su primera ley. Bastaba una interpretación más abierta que no se ha dado.

Por lo tanto, que sea cuestionada desde los nacionalismos periféricos y bajo su vigencia haya disminuido el pluralismo y empeorado la justicia social –Fundación Bertelsman dixit— mucho más allá de lo que se admite, no es culpa de la Constitución y no se revierte modificándola.

El futuro de España pasa por la incipiente formación de dos bloques enfrentados en todo o casi todo: derecha e izquierda

Lo que se ha estropeado en España es la igualdad y el consenso social y político. La irrupción en los últimos años de los nuevos partidos y el auge del independentismo son los signos más evidentes del consenso.

El resultado más probable es la incipiente formación de dos bloques enfrentados en todo o casi todo. Uno, a la derecha centralista, del que Vox va a tirar para alejarlo del centro. El otro, a la izquierda, del que el independentismo catalán va a tirar con su demanda de autodeterminación.

Si la Constitución que ayudó a redactar era flexible para bien, ahora también lo es para mal

Se formen ahora o en un futuro próximo, el advenimiento de los dos bloques parece inexorable. La primera víctima va a ser, es ya, el consenso en las grandes cuestiones. La segunda, derivada de la primera, la imposibilidad de acuerdo para la reforma constitucional.

Botón de muestra de la ruptura de los consensos es lo que ha tardado en saltar por los aires el pacto PSOEPP para los nombramientos en el Consejo General de Poder Judicial.

Aumenta el disenso, no el consenso. Disminuye la inclusividad social y territorial. Mengua el pluralismo. Avanzan las demandas de autoritarismo. Se percibe un aumento de la tensión y de la inestabilidad.

Miquel Roca es muy inteligente pero tal vez no ha advertido que su argumento es falaz. Si la Constitución que ayudó a redactar era flexible para bien, ahora también lo es para mal.

El candidato de Vox a la presidencia de la Junta de Andalucía, Francisco Serrano, en el momento de ejercer su derecho al voto en Sevilla. Foto: EFE/FC

¿evolución o involución democrática?

España se encuentra ante la necesidad de reformar la Constitución, pudiendo evolucionar como sociedad democrática, pero también involucionar

Por eso hoy es ante todo de quienes no la querían cuarenta años atrás, porque invocándola, sin cambiar nada más que la interpretación, la democracia española puede involucionar.

De todo ello se deriva la siguiente predicción, anunciada en el título: antes habrá en España una nueva constitución que una reforma en profundidad de la vigente. Según Montesquieu, cuando los estados y los gobiernos contradicen los principios que los sostienen, caen por sí mismos. Sus ejemplos, alejados en el tiempo pero aún ilustrativos son la Grecia clásica y la Roma imperial.

Cambios necesarios en la Constitución

En la actualidad, España contraviene sólo en parte el pacto constitucional, por lo que la vigencia de la Carta Magna, dependerá de cuánto y a qué velocidad se adentre por el camino de la exclusión.

Lo único, a mi juicio, que podría invalidar la anterior predicción sería un amplio acuerdo para cambiar de arriba abajo, no las atribuciones sino la composición del Tribunal Constitucional.

Si el último y verdadero intérprete de la Carta Magna no le da un giro plural e inclusivo, se convertirá en baluarte de la involución vigente, cuyo principal perjudicado es la clase media.

Dos bloques contrapuestos, dos Españas de nuevo, con peligro de contagio de los chalecos amarillos.