PPSOE 

El precio que hoy paga el PSOE por su abstención, que suena a apoyo decidido al PP, es que deberá hacerse perdonar endureciendo una oposición que ya no está en condiciones de poder hacer. Así pues, lo sensato, en estos momentos de tribulaciones socialistas, es trabajar para dotar de coherencia al relato y actuar en consecuencia durante la gobernabilidad de España del PP desde el PSOE.

Hay fuertes razones y suficientes para dar forma a esta entente coyuntural PPSOE y no vivir víctimas del vértigo de ser tachados de nueva derecha. Los abusos del lenguaje, cuando avanza en nosotros el desánimo y el cansancio, se agudiza hasta convertir la crítica en arma de combate y no de análisis. Mucho de ello hay en la actitud de buena parte de electores y militantes del PSOE que no pueden soportar este acuerdo, como ocurre con aficionados al fútbol, que no admiten que el FC Barcelona pacte con el Real Madrid y les ceda un punto para que pueda, por fin, ganar una liga que nadie podía ganar.

El sentimiento de haber cedido al chantaje de la gobernabilidad, sin nada a cambio, sólo consigue intensificar la idea de que el PSOE de izquierda ha dejado paso a un PSOE de derecha. Tan justificado está el desánimo por haber permitido la investidura de Rajoy como el orgullo de haber acabado con la incertidumbre política en España.

Ambas posiciones abrazan la lógica del sacrificio desmedido y desproporcionado pues, en ambos casos, el PSOE debería acabar aceptando la fuerza categórica de los resultados del PP. Se argumenta que no se debería pactar nunca una investidura con el Rajoy de la corrupción, los recortes económicos o la crisis territorial, ya que los sitúa frente a todos sus electores como vendidos a la causa de la estabilidad del status quo.

Unos y otros deberán empezar a asumir que son parte indisociable de la gobernanza de España y analizar en cómo pueden influir ambos para dotar de sentido social a los presupuestos e impulsar las reformas institucionales que permitan una solución para el encaje de Cataluña con España.

El tiempo que se abre debería exigir que Rajoy sea generoso con los que ha derrotado, tanto Ciudadanos, que no quería verlo gobernar, como PSOE, que quería combatirlo. La forma en que se conduzca el debate, tanto en primera vuelta como en segunda, decidirá hasta qué punto el PSOE ha entendido las razones que le han llevado a la renuncia de sus ideales y hasta qué punto el PP ha entendido que su gobierno ya no es el del PP sino el del PPSOE.