PP y PSOE: tal vez foto, jamás pacto
Pedir a la oposición que se solidarice con un gobierno que va a pasar por gravísimos apuros a cambio de nada, no es más que una maniobra de distracción
Mientras otros países se preparaban a toda prisa para hacer frente al virus, España seguía sin darse por enterada. Esto es tan cierto, que si hubiera una sola excepción estaría dando saltos con la mano en alto y repitiendo un “ya lo dije, yo avisé”. No hay tal. Ni en el centro del poder ni en sus aledaños de la oposición, ni por supuesto en los confines más díscolos y menos allegados.
Que el temporal nos pillara desprevenidos tal vez tenga una importancia relativa, no en sus tremendas consecuencias, sino en el reparto de culpas. Aquello del mal de muchos…
Ahora bien, que sigamos casi en las mismas, sin siquiera fecha para disponer del material esencial previo al inicio del desconfinamiento, empezando por los test rápidos masivos, debería ser el gran motivo de escándalo y censura. Ni a eso, a exigir previsiones clarificadoras, llegamos.
En vez de reclamar agilidad en la adquisición o fabricación del material sanitario necesario, tanto los políticos como los medios hemos mordido el anzuelo del relato y andamos metidos hasta el cuello en el debate político. Como no puede ir de aquello, de lo importante, que son los muertos y los hospitalizados, pues vamos a eso, a las cortinas de humo del rifirrafe.
No habrá tregua porque no puede haberla. No habrá pacto porque no se dan las condiciones ni objetivas ni subjetivas. Puede en cambio que haya foto, acompañada de buenas pero efímeras palabras.
Tanto en el gobierno como en la oposición andan calculando sus jugadas en dos tiempos. Primero, la salida del pico de contagios y muertos, a la que se añade la incógnita de la segunda ola, o mejor dicho de la magnitud de la segunda ola. Segundo, la profundidad de la crisis.
Por decirlo de algún modo, las cartas han sido repartidas. Sánchez asume un riesgo mayor de lo que debería pensando en aminorar la recesión. Nadie sabe si conseguirá efectos positivos en la economía pero todos conocemos el riesgo de empeorar en los dos frentes si la segunda ola resulta tanto o más trágica que la primera.
Si los números obligan a dar marcha atrás, al confinamiento total y el nuevo cierre de la actividad productiva, las previsiones derrotistas del FMI se habrán quedado cortas. Si resulta en cambio que las medidas de autoprotección, si bien precarias e insuficientes mucho mejores que las de antes del estado de alarma, vuelven soportable la segunda ola, ingresaremos de inmediato en otra etapa, en la que el número de muertes y contagios será políticamente soportable y socialmente aceptado.
Sea como sea la salida del pico, o los picos, de la curva letal, la caída en la poza de la recesión y el paro es inevitable. Ante esta perspectiva, pedir a la oposición que se solidarice con un gobierno que va a pasar por gravísimos apuros, y que lo haga a cambio de nada, no puede ser entendido más que como maniobra de distracción.
Casado no tiene otro remedio que dar imagen de hombre de estado que arrima el hombro y se sacrifica por un bien mayor, que es la unidad de la patria ante la hecatombe. Pero una vez cumplido este trágala, se va a ver libre para reanudar y azuzar sus ataques.
Por eso Pedro Sánchez, le invita con una mano mientras con la otra le empuja tras la puerta, porque cuanto más remolonee antes de la foto, más tiempo gana antes de entrar en el siguiente round del combate político, que va a ser durísimo.
Desactivar al PP como oposición durante un tiempo es tan de manual que sería de extrañar que en La Moncloa no aprovecharan la oportunidad. Sin embargo, en lo que de veras piensan los estrategas del poder es en la duración de la legislatura.
En este sentido, parece que al inigualable temporal de la imparable depresión, puede seguirla una recuperación más bien acelerada. La receta política es entonces simple: amarrar la mayoría actual, capear lo peor, y acto seguido colgarse las medallas de la recuperación con total desfachatez.
Por esa razón tan elemental pero tan poco explicitada, el PP exige que el PSOE se desprenda de sus aliados, empezando por Podemos, ya que sin la inestabilidad y la pérdida subsiguiente de la mayoría, la legislatura podría acortarse y Sánchez ser defenestrado.
Por eso, y por su querencia a mandar sin cortapisas, Sánchez aprovecha para alejar a Iglesias del centro de las decisiones, porque si el segundo mantenerse calladito y a un lado el jefe podrá recortar mejor las garras de los populares.
En defensa asimismo de sus votos, y no es baladí, Torra se aferra al relato alternativo de la previsión catastrófica, para forzar a ERC a distanciarse del PSOE y posibilitar, aunque no lo pueda asegurar, que los postconvergentres vuelvan a ganar las autonómicas del 2021.
A pesar de lo que les cuentan ellos mismos, a ese tipo de cábalas dedican sus principales energías nuestros políticos cuando deberían emplearlas hasta el fondo en lo que todos sabemos porque lo sufrimos mucho más de la cuenta.