Postal de Van Rompuy a Artur Mas
Al secesionismo catalán la Unión Europea ya le ha dicho por activa y por pasiva que una Catalunya independiente se quedaría fuera, pero hay quien todavía sigue diciendo que al final, Bruselas se lo pensará mejor. El conseller Homs abandera esa expectativa irrazonable. Ha negado que las advertencias de la Unión Europea procedieran de fuentes oficiales.
Pero es difícil negarle oficialidad al presidente del Consejo Europeo cuando dice que si una parte de España o del Reino Unido quiere la secesión, “el Tratado es muy claro: tiene que pedir la adhesión a la Unión”.
¿Es que Herman Van Rompuy ha dicho eso llevado por la locura? Hay pocos políticos tan cuerdos y finos como Van Rompuy. Lo reconocen incluso quienes inicialmente le consideraban una marioneta de Angela Merkel, un espécimen de la flaqueza europea o una figura de paja.
En realidad, Van Rompuy ha reafirmado los poderes del Consejo propiciando métodos de solución en las fases más graves de la crisis económica, cuando todo parecía venirse abajo. A la vez, conoce en profundidad los riesgos que afronta un país al verse afectado por fuerzas centrífugas. Su experiencia como gobernante belga le permite decir que en aquel caso la vía federalista es la positiva.
Ahora Van Rompuy va más allá y subraya que, incluso en pleno hervor, una posible secesión “ni siquiera interesa a las regiones que la reclaman”. Es mejor –o es lo menos malo- que “los países se mantengan tal como están”.
En realidad, ¿es que una plena independencia de Catalunya, fuera de la UE, interesa a la inmensa mayoría de ciudadanos?
Una de las falacias más persistentes del momento actual es que, a partir de varias manifestaciones y encuestas, tal mayoría abrumadora existe y va en aumento.
No es únicamente que ahora se vaya viendo que las manifestaciones de los respectivos 11 de Setiembre –de supuesta realidad superior a la legalidad- tuvieron una asistencia menor, por mal cuantificada. Es que el último sondeo del CEO dependiente de la Generalitat detecta un descenso en la adhesión al sí en caso de consulta independentista o, como mínimo, una propensión evidente al estancamiento.
Son puras cábalas y especulaciones los cálculos sobre el resultado de una consulta basada en la tan peculiar doble pregunta que ya anunció el presidente de la Generalitat. Eso es política-ficción porque la consulta no tendrá lugar.
Y en la hipótesis de que se lograse hacer legalmente –o de forma tolerada, según propone Mas, desde el despropósito jurídico- las preguntas serían otras. Posiblemente, una sola y con referencia a la cuestión europea. Por ejemplo: «¿Estaría de acuerdo con una Catalunya como Estado independiente fuera de la Unión Europea?”. ¿Qué otra pregunta tendría sentido?
Por lo demás, en caso de consulta ilegal, la abstención sería tan aparatosa que no haría factible cualquier paso real hacia la secesión.
Ahora mismo, según el CEO, en la hipótesis de una consulta con la doble pregunta de Mas, el voto afirmativo se situaría en el 47 por ciento de los votos. Eso es un sí, ciertamente, pero no es un sí suficiente ni determinante. Así lo entienden Van Rompuy y cualquiera.