De tontos útiles y de inasequibles al desaliento
Las manifestaciones y movilizaciones secesionistas se entienden a través de dos figuras necesarias para la causa catalana
Manifestaciones y movilizaciones contra la violencia represora del Estado y pro recuperación de la democracia y la libertad de los presos políticos se suceden en Cataluña
Los autoritarismos europeos del siglo XX nos han legado un par de teorías que han hecho fortuna y todavía hoy son útiles para interpretar y valorar el presente. La Cataluña secesionista, por ejemplo. Hablamos de la teoría del tonto útil y de la teoría del inasequible al desaliento. Dos manifestaciones de gregarismo que harán las delicias de la etología.
El tonto útil
Al parecer, la teoría del tonto útil fue acuñada por Lenin para referirse a aquellos simpatizantes de la Unión Soviética que, sin ser propiamente comunistas, o sin comulgar necesariamente con el comunismo, colaboraban con la causa.
Un tonto útil –también conocido como compañero de viaje: no se trata de un asunto de coeficiente de inteligencia- que deviene un instrumento –previa adulación, inducción y manipulación– al servicio del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS).
El tonto útil obtiene una respuesta concreta a partir de un estímulo determinado
Vale decir que dicha teoría incorpora, implícitamente, un par de ideas: el tonto útil no está bien informado y actúa contra sus intereses. Y si el tonto útil –consecuencia de los dos implícitos- analizara la situación y reflexionara seriamente y racionalmente sobre el asunto, dejaría de serlo y abandonaría –por propio interés- la causa con la que se ha comprometido.
La figura del tonto útil responde, por partida doble, al conductismo clásico que obtiene una respuesta concreta a partir de un estímulo determinado. Así, de esta manera, el tonto útil se transforma en un activista inducido que no tiene consciencia de serlo.
Y cuando se le advierte que lo es, la sugerencia funciona como un nuevo estímulo que reafirma una respuesta que se consolida gracias al ambiente y unos medios de comunicación que “aíslan” al sujeto haciendo posible la aparición de una “personalidad duplicada”.
El `useful idiot´
Una variante de la figura del tonto útil. La sociología y la filosofía política norteamericanas reservan la expresión useful idiot para designar a aquellos individuos que, a pesar del rol que juegan y el estatus que poseen en la sociedad, manifiestan un comportamiento y actitudes que perjudican la situación de privilegio en la que se encuentran y de la cual disfrutan.
Se trata de una amplia capa de profesiones liberales entre las cuales se encuentran –entre otros- profesores, funcionarios, abogados, periodistas, artistas y políticos.
El inasequible al desaliento
Por su parte, la teoría del inasequible al desaliento se debe a José Antonio Primo de Rivera, quien la pronunció en un par de ocasiones al definir la Falange como “una irreductible minoría inasequible al desaliento” y al considerar la revolución nacionalsindicalista como “la tarea de una minoría inasequible al desaliento”.
Una figura, la del inasequible al desaliento, que también responde al mecanismo del conductismo clásico.
Algunas diferencias
Preguntémonos: ¿por qué una y otra figura? El tonto útil y el inasequible al desaliento lo son porque la causa abrazada dispensa existencia y permite acceder a la ciencia sagrada.
Dispensa existencia porque el individuo adquiere presencia social en la medida que acepta la verdad de una causa justa que le confiere una personalidad propia. Permite acceder a la ciencia sagrada porque el individuo accede a una doctrina irrefutable por definición que le confiere una manera de conocer y comportarse propias.
A ello –la personalidad y manera de conocer propias, es decir, superiores-, añadan emociones y sentimientos que religan –en un Todo que es Uno- a los individuos hermanados por la causa.
Aceptar la verdad de una causa justa confiere una personalidad propia al individuo
En cualquier caso, en la escala de adulados e inducidos, el inasequible al desaliento se instala un peldaño más arriba que el tonto útil. Uno y otro, por decirlo a la manera de Lenin y José Antonio Primo de Rivera, forman parte de la vanguardia de la causa y la revolución.
Los dos son unos sacrificados de comportamiento recurrente. La diferencia: el inasequible al desaliento manifiesta rasgos mesiánicos y tiende a la épica; el tonto útil se conforma con ser un ilusionado peón de brega.
Y en Cataluña, ¿qué?
La respuesta la tienen ustedes en las manifestaciones y movilizaciones contra la violencia represora del Estado y pro recuperación de la democracia y la libertad de los presos políticos que se suceden en Cataluña.
Hay más: los manifestantes y movilizados –entre los que se encuentran la Asamblea Nacional Catalana, Òmnium Cultural y los sindicatos nacionalistas CCOO y UGT– salen también a la calle para reivindicar las instituciones catalanas, la cohesión social y el derecho a decidir del pueblo Cataluña.
Manifestaciones y movilizaciones que son la expresión del grado omega del gregarismo.
Algunas preguntas
¿La violencia represora del Estado? Pero, si el tribunal alemán que ha concedido la libertad provisional a Carles Puigdemont afirma que los “actos violentos” del 1 de Octubre “se pueden imputar al acusado [Carles Puigdemont] en cuanto iniciador y defensor de la celebración del referéndum”.
¿Recuperación de la democracia? Pero, si el “proceso” se ha cargado de una tacada la legalidad constitucional y estatutaria.
¿Presos políticos? Pero, si ni siquiera Amnistía Internacional los considera como tales. Pero si incluso el ya citado tribunal alemán, que tanto complace al secesionismo, afirma que en España no hay “persecución política”.
Un político en prisión por presuntos delitos, no es un preso político, sino un político preso.
Manifestantes y movilizados forman la mayor expresión del gregarismo
¿Reivindicar las instituciones catalanas? Pero, si fue el secesionismo quien se cargó el Estatuto. Pero, si es el secesionismo quien no recupera las instituciones al empeñarse en no investir a un presidente de la Generalitat que no tenga cuentas pendientes con la Justicia.
¿Recuperar la cohesión social? ¡Vaya! Y lo dicen ellos.
¿El derecho a decidir? Así de claro: no existe. Al respecto, consulten el Derecho Internacional.
¿De qué hablan? ¿Qué quieren? ¿En qué mundo viven?
Y unas preguntas más
Con estos mimbres, teniendo en cuenta la escasa devoción del secesionismo por la democracia y la legalidad democrática, teniendo en cuenta que “la calle siempre será nuestra” [de los secesionistas], teniendo en cuenta que “no pararemos” [los secesionistas], teniendo en cuenta la deslealtad crónica nacionalista, teniendo en cuenta todo eso y más, se plantean algunas preguntas:
¿Cómo integrar en el sistema democrático a un secesionismo que da el visto bueno a un golpe de libro a la democracia?
¿Quién tendrá el valor y el coraje de dar sepultura pública a ese cadáver que es el “proceso”?
El secesionismo considera que «las calles serán siempre nuestras» y «no pararán»
¿Cómo conseguir que el secesionismo acepte la realidad y colabore en la normalización democrática de Cataluña en tiempos de populismo mesiánico y culto a la mentira?
¿Cómo dialogar con quien no rectifica ni acepta el orden constitucional?
¿El Estado democrático y de derecho puede ofertar premios de consolación a quienes lo han transgredido sistemáticamente?
Coda
El gregarismo secesionista que se manifiesta y moviliza por las plazas y calles de Cataluña permite formular un par de conclusiones encadenadas:
1) El nacionalismo catalán “no ha podido salir todavía del estadio de multitud” (cita extraída del dietario de Amadeu Hurtado, abogado catalanista y dirigente de Acción Catalana Republicana)
2) Ello hipoteca cualquier posibilidad de rectificación y diálogo.