¿Por qué Rufián la lía en el Congreso cada vez que puede?

Lo de Rufián en el Congreso no es casualidad; es un plan diseñado por Junqueras y su asesor, Sergi Sol, para penetrar en la Barcelona metropolitana

Lo de Gabriel Rufián no es accidental ni sucede porque sí; forma parte del plan que en su día diseñaron Oriol Junqueras y su gurú comunicativo, Sergi Sol, para penetrar en las grandes ciudades del área metropolitana de Barcelona donde ERC y la antigua Convergència (ahora el partido Scrabble, porque siempre va cambiando de denominación) tienen una representación exigua.

De la trentena de ciudades metropolitanas solo Sant Cugat tiene alcalde separatista. Es la consagración de la antipática revolución de lunes a viernes de 9 a 15 planeada en chalet adosado con piscina comunitaria.

Por ejemplo, en Sant Adrià los republicanos tienen dos concejales y la ex CiU uno. En Santa Coloma –donde reside Rufián cuando no está alborotando en la Carrera de San Jerónimo– ni republicanos ni convergentes tienen asiento en el Pleno Municipal.

Y así hasta llegar a Badia del Vallès donde el partido de Quim Torra y Carles Puigdemont alcanzó la nada desdeñable cifra del 1,89% de apoyo popular muy por debajo del 4,01% de ERC que tampoco les sirvió para alcanzar un sitio en el plenario. Es lo que tiene ir por ahí llamando a la gente que no piensa como tú «bestia inhumana». 

En este estado de las cosas, Sergi Sol descubrió un día a Rufián en Twitter y vio la luz: de la mano de un personaje descarado, zenit del populismo, cúspide del insulto en nombre de los que no representa porque no le votan, los republicanos los pusieron al lado de Joan Tardà, al que por comparación convirtieron en un Lord de la Cámara Alta de Wensminster.

Y ala… ¡a liarla parda para que Antonio García Ferreras y Cuatro no paren de hablar de él! TV3 y Catalunya Ràdio en este caso no importan un carajo dado que el público al que se dirige Rufián no tiene ni sintonizadas estas cadenas.

ERC y Sánchez coinciden en que Puigdemont ha de pasar a la papelera de la historia

La jugada es simple: poner a un personaje descarado que capte la atención mediática y que tenga una composición del 33% podemita, 33% independentista y 33% de la CUP y con eso en El Prat, Badalona, Cornellà o L’Hospitalet los republicanos estarán, según sus planes, llamados a alcanzar altas cotas electorales.

Por ahora eso está por ver. Lo que no está por ver es que Rufián es un producto eficaz para borrar del mapa a los neoconvergentes del Congreso, para incomodar a nacionalistas vascos y para poner a prueba la resilente capacidad de Pedro Sánchez de mantener su oferta de diálogo contra viento y marea a pesar de que sus propios diputados estén a punto de soltarle un sopapo a Rufián.

Los que creen que el espectáculo del Congreso de esta semana es la antesala del fin de la legislatura se equivocan. ERC y Sánchez tienen un acuerdo sólido como mínimo en un punto: Carles Puigdemont ha de pasar, tal como diría la CUP, a la papelera de la historia cuanto antes mejor.

La búsqueda de acuerdos que permita a ambos ampliar sus espacios de poder sin contar con Puigdemont, su artefacto político nonato La Crida y su presidente cofrade de la hermandad de la ratafía, es un objetivo en sí mismo y el espectáculo de Rufián en el Congreso no va contra el PSOE sino que busca votos de los Comunes y la CUP.

Rufián no solo no molesta al Gobierno de Sánchez, sino que la va la mar de bien. Otra cosa es que a Josep Borrell todo esto le parezca normal.

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