¿Por qué Roca se presenta al lado de Rigau?
Miquel Roca es un referente para una parte de la sociedad catalana, y del conjunto de la española. Representa la capacidad de diálogo, el compromiso y la cesión, con el convencimiento de que nunca se puede imponer por completo un proyecto propio.
Es uno de los siete ponentes de la Constitución, y es el autor de una frase importante, que, sin ser textual, viene a decir que no negará a nadie lo que quiere para sí. Es decir, que no iba a negar a otras comunidades autónomas, lo que el nacionalismo catalán quisiera para su propio autogobierno.
Eso derivó en el café para todos, denostado por el nacionalismo catalán, pero la máxima de Roca sigue vigente. El problema no es que otras autonomías tuvieran también competencias en educación o sanidad, sino que se fuera diluyendo el autogobierno con apelaciones constantes a las leyes de bases, recuperando la administración central buena parte del poder repartido desde la transición.
La segunda etapa de Roca, como abogado, le ha llevado a defender a la Infanta Cristina, en su proceso por el caso Urdangarín. En Cataluña buena parte de ese nacionalismo que le admiraba consideró que Roca se había pasado al enemigo, al defender el establishment del Estado español. ¿Cómo era posible que en un proceso de ruptura, con el soberanismo en pleno auge, Roca acabara defendiendo a la hija del Rey Juan Carlos?
Roca se ha mantenido igual. Es el mismo político y abogado. Sigue reflexionando con medida, con prudencia. ¿Qué ha ganado dinero con su bufete? Claro, como muchos otros profesionales que han buscado suerte más allá de la política. Roca se fue de la dirección de Convergència porque chocó con Jordi Pujol, y no tuvo manera de seguir.
Pero viene a cuento esto porque Roca quiso este martes estar al lado de la consejera de Educación de la Generalitat, Irene Rigau, que prestó declaración como imputada por la consulta soberanista del 9N. Roca tiene amistad con Rigau, pero se dejó ver con ella, y la plana mayor del Govern, que se presentó ante el Tribunal Superior de Justícia de Cataluña, junto a una quinientas personas –¿muchas, pocas?, que clamaban que las urnas no se pueden imputar.
El hecho tiene dos claras conclusiones. No tiene razón Rigau, cuando apela, como lo hace Artur Mas y el bloque soberanista, que se trata de una cuestión de «democracia», y que era necesario saber «qué opinan los catalanes». Hay elecciones, para las distintas administraciones, cada cuatro años, y Cataluña no puede decidir por sí sola sin buscar un cambio en la Constitución. Pero también es cierto que la actual situación no se puede solucionar con un proceso judicial.
Por ello apareció Roca. De la mano de Rigau. El pactista Roca, el abogado del bufete Roca que defiende a la Infanta Cristina, el amigo de Rigau. El político que considera que se debe ya establecer una salida, negociada y acordada, y que podría llegar tras las elecciones generales del 20 de diciembre.