¿Por qué le llaman amor cuando quiere decir sexo?

 

Aunque para muchos lo primero que les vendrá a la cabeza es la película española de Manuel Gómez Pereira de 1992 con Veronica Forqué y Jorge Sanz, ésta frase tiene su origen en un diálogo de Marx, Groucho que no el citado en otros artículo Karl, allá por 1935.

Recordaba esa frase mientras he estado estos días escuchando e intentando entender todas las opiniones posibles sobre la Reforma Laboral presentada por el Gobierno del PP. Desde la Gran Patronal alabada, desde los sindicatos no del todo criticada. Los partidos políticos cada uno a su aire, como es costumbre. En los Foros de Opinión clara división, desde citarla como nueva “ley de la esclavitud” hasta, en el otro extremo, considerarla una cesión del Gobierno para evitar inmediatas huelgas.

Definitivamente en lo que todos parecen estar de acuerdo es que de primeras no va a generar más empleo. Es más, voces bien representativas de la Cecot -una patronal catalana de pequeñas y medianas empresas- vía Twitter, y alguna que otra en conversaciones privadas lo confirman, indican que es una Ley pensada para empresas del IBEX35, es decir pensada para grandes empresas. Parafraseando la película de Gómez Pereira la sociedad, a estas alturas de la función, nos pide sexo y algunos aún hablan de amor.

Y el sexo no es lo mismo que el amor. Como decía Gabriel García Marquez “el sexo es el consuelo que uno tiene cuando no le llega el amor”. Es más citando al inefable Woody Allen “el sexo sin amor es una experiencia vacía. Pero, como experiencia vacía, es una de las mejores”. En fin, no hace falta irnos tan lejos para entender desde lo más tradicional de Catalunya de que va la Reforma Laboral.

Esto es como la historia de un señor bien catalán, aquí llamado el Gobierno, que tiene a su Ramoneta en casa, la esposa oficial, es decir aquellos que le votan, escuchan y son sumisos, y mantiene por otro lado a la pícara amante, la puta, aquella que cada mes recibe su dinero, y que está mal vista, patronal y sindicatos. El señor no quiere cabrear a su amante, ya que le da sexo, y estas no pueden escandalizar mucho (por ejemplo hacer una huelga) por que las expulsan de la casa y les quitan el dinero, sus subvenciones. Todo mientras los ciudadanos cuidan del país, sus hijos, eso sí corneadas y esperando el amor.

Pero lamentablemente el señor Gobierno no se ha dado cuenta que los tiempos han cambiado, y que los ciudadanos ya no necesitan amor, sino simplemente buen sexo. La Ramoneta puede dar más que la amante, y están deseosos de ofrecerlo. La Ramoneta somos ahora todos. Nos da igual, siendo extremadamente vulgares, que el Gobierno se folle a la patronal y los sindicatos, sí con eso logra que los ciudadanos estemos mejor. Los ciudadanos podemos ofrecerles tanto o más que ellos. Ya no estamos en la época de Marx, ni de Karl, ni de Groucho, ni incluso en el olímpico 1992 de Forqué y Sanz.

Nadie necesita ya tener a la Ramoneta en casa y a la puta mantenida. Esos tiempos han pasado, y necesitamos señores gobernantes que lo entiendan. Como hemos dicho otras veces, políticos que bajen a la calle, escuchen a la gente, propongan políticas de choque y acaben por configurar una España del s.XXI y no una España del S.XIX aun anclada en las historias de señoritos, ramonetas, esclavos y putas.

Y ese camino no lo marca la Reforma Laboral presentada. Que no sólo queda corta, sino que claramente está pensada en grandes empresas que van a aprovecharla para hacer su escabechina particular. Va a aumentar la cifra de parados, y cada vez habrá más Ramonetas pensando en un hipotético amor. Toda una evolución que debe pasar primero suprimir a la amante, decirle que viva con sus medios, y no tener miedo a que explique todo lo que le han hecho estos años al señorito. Volviendo al gran Woody Allen “es curioso que se llame sexo oral a la práctica sexual donde menos se puede hablar”.

La liberación de la mujer ha sido el gran avance del s.XX. Pero no olvidemos que debemos avanzar en la liberación ahora de la sociedad. Borrar estigmas del pasado para mejorar entre todos. No dudemos que aquí de lo que se trata es de crear empleo, de generar ocupación, de lograr la entrada en el mercado laboral, no de hablar de la salida como se empeñan los señores y sus amantes. A muy pocos empresarios, pymes que conforman el tejido mayoritario del país, les podemos pedir ya más sacrificios. No podemos sangrar todavía más una competitividad internacional con medidas tan cobardes.

Donde aquí queremos implantar cobrar por despido 33 días por año trabajado, en Alemania ya tienen 15, en el Reino Unido entre 4 y 10 días, o en Suecia o Estados Unidos directamente a convenir, es decir hasta cero. Además para cobrar esa indemnización en España es efectiva desde el primer día en la empresa, aunque en Francia se requiere un año trabajado, o en Austria un mínimo de tres años en la misma empresa. Todavía más, en España proponemos contratos temporales con un máximo de 24 meses, mientras en Alemania son hasta 48 meses y en el Reino Unido hasta 96 meses. En definitiva la Reforma Laboral trata al trabajo como aquella Ramoneta tonta que le decimos lo que debe de hacer, en vez de darle la libertad de lo que quiere hacer. Creemos que le queremos dar amor, pero quizás quiere sexo.

Tenemos una sociedad basada en la importancia de la estabilidad. Los contratos indefinidos. La garantía de trabajo por vida, y que todo eso sea intocable. Nos comportamos unos como Ramoneta y otros como Puta esperando que nadie nos mueva la silla. Y esperando sentados el futuro no existe. Debemos flexibilizar mucho más nuestro entorno, ser más competitivos, desregular más si cabe la situación. Cosas obvias, pero con la gran duda si este Gobierno de señoritos es capaz de hacerlo. Un Gobierno incapaz de quitarse la amante en un tiempo difícil como éste, aunque sea por respeto a la Ramoneta, parece no entender todo lo que viene encima.

Ellos seguirán llamándole amor, pero nadie dude que la Ramoneta ha evolucionado y quiere sexo duro. Ya no le cohibe nada, no quiere saber nada de la amante, le fastidia que la mantengan con dinero que cree suyo, y es capaz incluso de irse de casa. La ciudadanía se divorcia a diario de la política, de los señoritos, que aun no entienden nada. Y esto es la clave de todo.

Ellos creen mantener a la puta para tener sexo. Pero señores políticos los tiempos han cambiado, la sociedad ya no está cohibida y aunque a veces finja placer es capaz de hacerles todas las guarradas que quieran sin tener que pagar a otra. No piensen que les aman, sino todo lo contrario ya les desean. Y lo más importante, señoritos del Gobierno es que deben dejar la amante de una vez, que si la Ramoneta se les va de casa, nadie cuidará sus hijos, y entonces el país si que tendrá un problema.