¿Por qué las administraciones públicas perjudican a las empresas?

Les contaré una anécdota: el gran filántropo de una escuela es invitado un día para visitar las obras del nuevo edificio, sufragado, en parte, con dinero proveniente de su generosa donación.

Cuando termina la visita, pide un pequeño favor al director del centro que le ha acompañado durante el recorrido. Resulta que su hijo, ex alumno de la escuela, ha sido admitido para seguir estudiando en los Estados Unidos, pero le han exigido presentar un certificado de notas que normalmente la escuela tarda una semana en expedir.

Sin embargo, el plazo para enviar este certificado a la embajada finaliza la mañana siguiente. ¿Qué creen que hará el director del centro?

  • Opción A: Llamar a secretaría para que haga el certificado y firmarlo en ese mismo momento.
  • Opción B: Negarse a hacer este trato de favor, que incumple la normativa del centro y los principios de funcionamiento legalmente establecidos.

Este caso no es real, pero se planteó hace unos días en un curso de una administración pública. Los asistentes eran directivos públicos, es decir funcionarios. Por tanto había que aplicarlo a una escuela pública (por el tema del mecenas, hay imaginación, de acuerdo…).

La pregunta era: «Ante una situación similar, ¿qué habrían hecho como gestores públicos? ¿La opción A o la B? Les doy una pista: la respuesta fue prácticamente unánime… La opción B. Como la profesora quedó satisfecha con la respuesta, debemos pensar que es la correcta, legalmente hablando claro.

Pero, ¿tiene alguna lógica elegir la opción B? En mi opinión personal, ninguna. En la administración pública, sí. Al menos en la administración pública que tenemos actualmente.

Todos los funcionarios que trabajan han superado unas oposiciones basadas en leyes que priorizan la norma por delante de la eficiencia, la igualdad por delante de la discrecionalidad, y el procedimiento correcto por delante de la resolución adecuada. Por lo tanto, no es extraño que quienes hayan pasado las oposiciones y llevan años trabajando, crean, de buena fe, que están haciendo lo correcto.

Por lo que sé, en cualquier escuela privada si el director elige la opción A, nadie piensa que incumple los principios del centro, ni que hace trato de favor. Creo que en la junta escolar lo llamarían tener flexibilidad. ¿Saben que los funcionarios deben elegir la opción B? Hay que garantizar la igualdad de todos aquellos que piden un certificado. ¡Lo que pasa es que estamos garantizando la igualdad en la ineficiencia!

Nadie pensó que este plazo podía ser un máximo. Nadie imaginó que el plazo de una semana se creó para que el director no tuviera que cancelar un viaje porque alguien había pedido un certificado el día antes. Lo más triste es que nadie cuestionó que se tardara una semana en hacer un simple certificado de notas.

Una semana, siete días, 168 horas, 10.080 minutos para imprimir y firmar un papel… A nadie le pareció una exageración. En ese mismo tiempo, el señor Ortega (Inditex) diseña y pone en el estante su ropa en cualquier rincón del mundo. Pero imprimir un papel y firmarlo es mucho más complicado y lento. Seguro…

Lo he dicho otras veces (Un recorte eficiente, Felip Puig y la burocracia, Seis propuestas para salir de la crisis, Sospechosos habituales), tenemos una administración pública mal concebida, que trabaja en la dirección equivocada y que incentiva poco la innovación y la mejora.

Por si esto fuera poco, no premia el funcionario eficiente y genera el mejor caldo de cultivo para la desidia y la ineficiencia. Un entorno en el que quien pide más documentación, hace más informes negativos y/o da menos licencias de actividad es el funcionario de más prestigio, «el más duro», y este es un entorno perverso para la iniciativa privada y para las empresas en particular.

Si tenemos la suerte de empezar de cero, y los catalanes estamos llamados a hacerlo bien, una de las primeras tareas sería concebir de nuevo la administración, sin servidumbres de ningún tipo y reflejándose en las mejores burocracias públicas del mundo.

Sin una administración eficaz no vamos a ninguna parte. Por eso mucha gente puede pensar que no hay que moverse de donde están. Por tanto, ¡despertemos!