¿Por qué Clinton aún no tiene rival en el Partido Republicano?
Sumergidos de lleno en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, que se celebrarán en 2016, la atención política del país está firmemente centrada en el Partido Republicano y en los 17 candidatos a la nominación para alcanzar el despacho oval.
Históricamente, el partido de Abraham Lincoln está hoy a años luz de la unión y la disciplina características que forjaron líderes de la talla de Teddy Roosevelt y el gran Dwight Eisenhower. Cabe recordar que los estadistas no actúan en aislamiento y reúnen a los mejores intelectos contemporáneos para determinar la identidad y el rumbo económico y político de la nación, en equipo pero con una única guía. Así crecen naciones y se forjan las grandes potencias.
Con el fraccionamiento actual, hasta ahora el Partido Republicano no ha definido una plataforma política, no ha ofrecido a los constituyentes una visión de apoyo aparte del enfoque negativo a todos los programas y políticas de Barack Obama, exceptuando las iniciativas que beneficien a Wall Street y los futuros receptores de los tratados de libre comercio, actualmente en consideración.
Estratégicamente, la crisis de identidad republicana favorece a su histórico rival, el Partido Demócrata, consolidado alrededor de la norteña Hillary Clinton. Bernie Sanders, candidato independiente, recibe cada vez más apoyo del contingente liberal, aunque no goza del respaldo de los multimillonarios aparatos políticos de las dos formaciones tradicionales estadounidenses.
Donald Trump acapara la atención por su espíritu de lucha, aunque fue algo errático durante el debate de candidatos. Considerado un fenómeno, el atractivo de Trump está basado en la emoción y no la razón. Jeb Bush fue sobrepasado en algunas encuestas posteriores al debate por el cubano-americano Marco Rubio. El neurocirujano Benjamin Carson brilla por su sinceridad y ecuanimidad. Oriundo de Detroit, es el único candidato afro-americano de estas elecciones.
Se espera que a partir de septiembre se definan las campañas, que la maquinaria del partido muestre su mano y señale la testa coronada. Aunque Bush no ha destacado en ningún debate, si ha recaudado más fondos que los otros candidatos. Es un fuerte indicio de favor dentro del partido e influencia familiar. Según el New York Times, Bush ha recaudado 120 millones de dólares, casi el doble que Hillary Clinton, con unos 68 millones en contribuciones.
Si la democracia tiene sentido, el proceso electoral debe de ser más que una subasta al mejor postor. Las elecciones presidenciales del 2016 prometen ser interesantes, ojalá que el electorado participe coherentemente y no sea persuadido a votar en contra de sus propios intereses por juegos de quimeras. — Rosy Milene Meza es abogada y doctora en jurisprudencia estadounidense.