Por la boca muere el pez

Antes de seguir leyendo, les ruego que escuchen un fragmento de esta mañana de la entrevista de Carlos Alsina con Mariano Rajoy en Onda Cero. Pinchen el link, por favor.

Si ya han escuchado los 54 segundos de entrevista, se habrán quedado pasmados al constatar hasta qué punto es ignorante el presidente del gobierno español. Sin duda Rajoy no se esperaba la pregunta de Alsina sobre la nacionalidad española de los catalanes, ni que le recordase que con la ley actual, se ponga como se ponga el PP, los catalanes seguirán teniendo esa nacionalidad si quieren, pese a una hipotética independencia de Cataluña, lo que por cierto dan por descontado. Rajoy ha contestado con un simple «vale, ¿y la europea qué?». Ante esto, ya lo han oído ustedes, el periodista le ha dicho que «si son españoles también tendrán la nacionalidad europea», ante lo cual el presidente ha respondido con su proverbial carácter gallego: «eso es rizar el rizo».

Alsina ha puesto en apuros a un Mariano Rajoy muy nervioso, quien además de estar mintiendo ha demostrado ser un pésimo gobernante, pues ha demostrado que no sabe nada de nada sobre quién es y quién no es español. Asusta pensar las decisiones que pueda tomar un dirigente como Rajoy, que ya ha demostrado en sobradas ocasiones que no sabe de lo que está hablando. España está de luto desde hace muchos, muchos años, pues desde 2004 que no acierta al elegir sus dirigentes. Primero tuvieron que soportar a José Luis Rodríguez Zapatero, ese charlatán socialista de los «brotes verdes», quien además puso en un embrollo a sus correligionarios catalanes al prometer lo que no estaba dispuesto a cumplir sobre el Estatuto catalán. Después pusieron en el pedestal de mando a Mariano Rajoy, que habla mucho menos y se refugia detrás de un plasma, pero que no da pie con bola.

La discusión sobre si los catalanes van a dejar de ser europeos es uno de esos engañabobos que tanto gustan a los unionistas. Inés Arrimadas, esa desconocida que necesita la muleta de su jefe para que se sepa a quién representa, argumenta una y otra vez que Cataluña dejará la UE si se independiza, como Rajoy. Y además se llena la boca con palabras mayores: «tenemos la obligación moral de explicarle a la gente que no podemos perder nuestro pasaporte europeo porque algunos quieren dejar de ser españoles.» ¿De qué pasaporte europeo está hablando? Nadie en la UE tiene un pasaporte que no sea de un estado miembro, que es el que reconoce la nacionalidad de sus ciudadanos. Lisa y llanamente, servidor, que no se considera español ni en un sentido nacional ni íntimo, no va a perder la nacionalidad porque Inés Arrimadas reinvente el cuento de la caperucita y el lobo coincidiendo con Mariano Rajoy.

Aún a riesgo de proporcionar alguna mala idea al unionismo xenófobo, les voy a contar algo que ocurrió bajo el régimen del dictador Francisco Franco en relación al Sahara Occidental. Lo saco de la tesis de máster de uno de mis alumnos, Alberto Maestre. Resulta que los saharauis obtuvieron la nacionalidad española mediante el Decreto de 10 de enero de 1958 que convirtió el Sahara Occidental en la provincia cincuenta y una de España,  pasándose a denominar oficialmente Sahara Español y cuya capital sería El Aaiún, en la cual residiría el Gobernador General de la provincia. Y así fue durante muchos años, hasta que por medio de una Ley, promulgada el mismo día de la muerte del dictador, el 20 de noviembre de 1975, y, por lo tanto, firmada por el Jefe del Estado en funciones, el príncipe Juan Carlos, los 95.019 saharauis españoles dejaron de serlo y quedó invalidado su DNI. El artículo único de esa Ley incluso negaba que el Sahara hubiese sido alguna vez parte de España.  

La España constitucional no podría ejecutar un procedimiento como ese aunque se lo pidiese el cuerpo. De entrada porque debería cambiar su sagrada (y celebrada) Constitución y pergeñar un artículo que tuviese carácter retroactivo, lo que vulneraría los derechos democráticos de los ciudadanos catalanes. En fin, por la boca muere el vez, ¿verdad? Los saharauis dejaron de ser españoles de la noche a la mañana porque así lo quiso el gobierno español y necesitó de una Ley, en un contexto pre-democrático, para justificarlo. Hoy, justamente porque vivimos en el marco de la UE, cualquier amenaza en este sentido es tan inútil como ridícula. Eso debía saberlo quien es presidente de Gobierno y quien aspira a calentar un escaño en el Parlamento catalán que declarará la independencia.