Política productiva: cerramos paréntesis

Faltan pocos días para que se lleve a cabo la investidura del nuevo President de la Generalitat y éste nombre un nuevo Govern. Estaría bien, ahora que hay tiempo, que se decidiera serenamente qué personas y qué equipos tendrán la responsabilidad de cada área. En un ámbito tan estratégico como el de la economía productiva, es importante que se cierre de forma clara el paréntesis de los últimos dos años. La inquietud de los sectores afectados se visualizó hace poco en la cumbre para la política industrial donde patronales, sindicatos, universidades y cámaras recordaron una obviedad: sin industria no hay prosperidad y, por lo tanto, bienestar.

En la actualidad, Catalunya tiene vigente, con incumplimientos flagrantes, el Pacte Nacional per la Investigació i la Innovació,que en 2008 firmaron todos los implicados en el sector. En este acuerdo, el Govern se comprometía a varias iniciativas. A saber. Unificar las áreas de apoyo a la investigación y la innovación (los dos últimos años se han separado); aumentar la transferencia de conocimiento de una investigación bien posicionada internacionalmente pero alejada de la empresa y de las patentes (ahora que España ha perdido la batalla nacionalista a favor del español y tendremos patente única europea, hay que aprovechar); la focalización de la RDI en 17 retos que Catalunya tiene posibilidades de sobresalir agrupados en torno de tecnologías y ciencias para la ciudad inteligente y sostenible; lograr la accesibilidad y uso de los servicios pensados para una población crecientemente envejecida, la creatividad y la identidad como motor de la industria cultural, turística y comercial.

Si bien era de esperar que se tuvieran que revisar algunas previsiones presupuestarias, no es justificable los cambios de línea o la simple congelación de programas. El consejo asesor de I D de Catalunya yace en el ostracismo. Los programas transversales redactados de forma insólita en todas los departamentos del Govern para la promoción de la I D i a través de las políticas de contratación pública y normativa duermen el sueño de los justos.

Estamos en un momento donde la investigación necesita medios económicos porque que las aportaciones públicas por fuerza o por mala decisión política han caído. Entonces, obligatoriamente se deberá aumente el porcentaje de tiempo y esfuerzos dedicados a desarrollo e innovación que son las fases que producen un retorno económico inmediato a los centros de investigadores y tecnológicos.

Pero también porque con una cuarta parte de desempleo, la responsabilidades sociales del sistema I D i es generar urgentemente empleo. En este sentido hay que reanudar el proceso de confluencia y fusión enfocados a retos especializados de la red de centros tecnológicos TECNIO. También hay que descongelar la Alianza Tecnológica de Catalunya y la reanudar programas de apoyo a la innovación suprimidos.

Es necesaria la implantación acelerada del modelo dual en la FP pero también de todas las carreras universitarias. Fruto de las penurias presupuestarias, la compresión del profesorado en aula no debe significar más carga laboral o menos salario. Si se legisla adecuadamente, se puede hacer que el aprendizaje se realice sobre el terreno, en un porcentaje que no debería ser inferior al tercio del total. Eso significa normativas para obligar a empresas privadas e instituciones públicas a construir un sistema de tutorías de estudiantes universitarios en prácticas. También quiere decir hacer obligatorios una mayoría de proyectos fin de carrera o doctorados vinculados a necesidades sociales reales del entorno. De modo que se mejore la capacidad de adaptación al mundo real del estudiante y la sociedad perciba un retorno rápido de la inversión pública que ha hecho.

En el área de turismo, retomar las directrices de la Organización Mundial de Turismo y de la UE sobre sostenibilidad –lejos de Eurovegas–. El objetivo es promover aún más la preservación ambiental y del paisaje pero no desde el fundamentalismo conservacionista, que impide las actividades humanas tradicionales y al final elimina el efecto mosaico favorable a la biodiversidad.

Hay que trabajar en turismo que desarrolle todo el territorio y no sólo unas franjas de él. Debe ser un tractor de la economía de la identidad: eno-agroalimentación, artesanía, cultura, comercio, etc.

Y, finalmente, un turismo de la identidad recuperando las políticas de ingeniería turística de puesta en valor del patrimonio material inmaterial, que hace décadas que se practica de los Pirineos hacia arriba y que aquí se implantaron a partir de 2004 hasta 2010. Sólo hay que seguir el camino trazado por el Primer Pla Estratègic de Turismo de Catalunya 2005-2010, que no ha tenido continuidad, y seguir el camino marcado por instrumentos planificadores como el atlas de recursos turísticos de Cataluña, el plan de implementación de recursos intangibles turísticos y el catálogo de iconos de Catalunya. Los mercados emergentes que se deben potenciar, Oriente y América, y los maduros de Europa, cada vez más se decantan por turismo de cultura en sentido amplio y por productos especializados.

En definitiva, la fiabilidad de la voluntad de caminar hacia un estado propio pasa también por demostrar que las políticas para hoy y para mañana están a la altura de las mejores de Europa, aunque sea con pocos recursos.