Política indeseada
En todo debate entre PP y PSOE acaba haciéndose referencia a a UP y Vox, exigiendo que se rompa con ellos
Llevamos tiempo atrapados en un peligroso juego político que ha dedicado mucho tiempo en señalar qué partidos son deseables y cuáles son indeseables para gobernar. La tendencia de muchos políticos y una parte de la opinión pública, a través de redes sociales, platós de televisión y tertulias radiofónicas, es subrayar que no se debe pactar con determinados partidos políticos por riesgo a una involución democrática.
Vox es para la izquierda lo que Unidas Podemos es para la derecha. Las simetrías que pretenden generar van construyendo la idea de que ambos partidos representan desestabilización social y económica. A la política de los cuidados de Yolanda Díaz se contrapone la política patriótica de Pablo Abascal. Se nos dice que mientras Yolanda mira a las personas, Abascal solo mira a las banderas. Sea cual sea la cuestión a debatir entre PP y PSOE acaba haciéndose referencia a ambos partidos, exigiendo que se rompa con ellos.
Definido el clima político al que asistimos, cabe preguntarse si es posible gobernar sin los denominados partidos indeseables. ¿Pueden gobernar PSOE y PP sin partidos auxiliares como son Vox y Unidas Podemos? ¿Qué alternativas, mayorías, pueden conformar ambos partidos si rompen con ellos? Todas estas preguntas acaban siendo respondidas con un no, salvo en el caso de que fuera posible un acuerdo entre el PSOE y el PP para gobernar.
La estrategia de señalar constantemente los partidos que resultan indeseables para pactar ha conseguido que incluso un posible acuerdo entre PSOE y PP sea visto como algo negativo. El vocablo indeseable gana espacio como definición política hasta el extremo de que, gane quien gane, se aprecia como una victoria ilegítima.
Una posible manera de combatir el efecto de señalar a los partidos políticos denominados indeseables es percatarse de que se ha llegado a tachar a tantos, entre ellos, a Bildu, ERC, Junts per Cat, Unidas Podemos, la Cup, Vox, etc , que no queda ningún espacio político que sea considerado apto para gobernar. Los ciudadanos deben tomar conciencia de que los denominados “partidos auxiliares” existen para dar continuidad al bipartidismo.
El peligro de fomentar la doctrina política de que hay partidos indeseables para gobernar es que se acabe convirtiendo en realidad y se acabe señalando como tales a aquellos ciudadanos que los votan.